El Papa a los inmigrantes en Filadelfia: no se avergüencen nunca de sus tradiciones

El Santo Padre ha celebrado un encuentro por la libertad religiosa con la comunidad hispana y otros inmigrantes, a quienes recordó que es necesario que los fieles de las diversas religiones unan sus voces para clamar por la paz

Madrid, 26 de septiembre de 2015 (ZENIT.org) Rocío Lancho García | 0 hits

Un pueblo que tiene memoria no repite los errores del pasado; en cambio, afronta con confianza los retos del presente y del futuro. La memoria salva el alma de un pueblo de aquello o de aquellos que quieren dominarlo o utilizarlo para sus intereses. Así lo afirmó el santo padre Francisco en el Independence National Historical Park de Filadelfia, donde se reunió con la comunidad hispana y otros inmigrantes. También recordó en su discurso que la globalización no es mala, lo que puede ser malo es el modo de hacerlo. "Si una globalización pretende igualar a todos como si fuera una esfera, esa globalización destruye la riqueza y la particularidad de cada persona y de cada pueblo", observó. 

A su llegada, hizo un recorrido en papamóvil por la plaza para saludar a los fieles allí reunidos.

El arzobispo José H. Gomez y John M. Miller junto a cinco representantes de “Encuentro” presentaron al Papa, para su bendición, una cruz que será llevada en peregrinación por todo Estados Unidos como preparación para cada “Encuentro” nacional de la Comunidad hispano-latina. Después visitó la conocida Liberty Bell, la campana de la libertad, símbolo de la independencia de Estados Unidos. 

Tras el saludo del arzobispo de Filadelfia, monseñor Charles Joseph Chaput, OFM Cap., el Papa dirigió unas palabras a los presentes.

Tal y como recordó, en este lugar “fueron proclamadas por primera vez las libertades que definen este país”. Y es que “la Declaración de Independencia proclamó que todos los hombres y mujeres fueron creados iguales; que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, y que los gobiernos existen para proteger y defender esos derechos”. Pero la historia muestra también, advirtió, que estas y otras verdades deben ser constantemente reafirmadas, nuevamente asimiladas y defendidas. El Papa señaló que “la historia de esta nación es también la historia de un esfuerzo constante, que dura hasta nuestros días, para encarnar esos elevados principios en la vida social y política”.

De este modo, recordó grandes luchas como la “abolición de la esclavitud”, “la extensión del derecho de voto”, “el crecimiento del movimiento obrero” y “el esfuerzo gradual para eliminar todo tipo de racismo y de prejuicios”.

A continuación, Francisco hizo una reflexión sobre el derecho a la libertad religiosa, “un derecho fundamental que da forma a nuestro modo de interactuar social y personalmente con nuestros vecinos, que tienen creencias religiosas distintas a la nuestra”.                    

La libertad religiosa “comporta el derecho a adorar a Dios, individualmente y en comunidad, de acuerdo con nuestra conciencia”. Pero, por otro lado, “trasciende los lugares de culto y la esfera privada de los individuos y las familias”.                    

Nuestras distintas tradiciones religiosas, afirmó el Santo Padre, “nos recuerdan la dimensión trascendente de la existencia humana y de nuestra libertad irreductible frente a la pretensión de todo poder absoluto”. Al respecto, citó las atrocidades perpetradas, especialmente en el siglo pasado, por los sistemas “que pretendían construir algún tipo de paraíso terrenal, dominando pueblos, sometiéndolos a principios aparentemente indiscutibles y negándoles cualquier tipo de derechos”.

De este modo, subrayó que “en un mundo en el que diversas formas de tiranía moderna tratan de suprimir la libertad religiosa, o de reducirla a una subcultura sin derecho a voz y voto en la plaza pública, o de utilizar la religión como pretexto para el odio y la brutalidad”, es necesario que “los fieles de las diversas religiones unan sus voces para clamar por la paz, la tolerancia y el respeto a la dignidad y derechos de los demás”.

El papa argentino aprovechó esta oportunidad para agradecer a todos los que, cualquiera que sea su religión, “han tratado de servir al Dios de la paz construyendo ciudades de amor fraterno, cuidando de nuestro prójimo necesitado, defendiendo la dignidad del don divino de la vida en todas sus etapas, defendiendo la causa de los pobres y los inmigrantes”.

Dirigiéndose a los miembros de la gran población hispana de América y a los representantes de inmigrantes recién llegados a los Estados Unidos allí presentes, les pidió que “no se desanimen por los retos y dificultades que tengan que afrontar”. Asmismo les invitó a que no olviden que, al igual que los que llegaron aquí antes, “ustedes traen muchos dones a su nueva nación”. Es más, “no se avergüencen nunca de sus tradiciones. No olviden las lecciones que aprendieron de sus mayores, y que pueden enriquecer la vida de esta tierra americana”.

Igualmente, les recordó que están “llamados a ser ciudadanos responsables y a contribuir provechosamente a la vida de las comunidades en que viven”. Al contribuir con sus dones,--señaló el Santo Padre-- no solo encontrarán su lugar aquí, sino que ayudarán a renovar la sociedad desde dentro.