Secretario de Estado Vaticano sobre paz en Colombia: Se puede vivir sin masacrarse

VATICANO, 27 Sep. 16 / 03:43 am (ACI).- El Secretario de Estado Vaticano, el Cardenal Pietro Parolin, asistió en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias a la firma de paz entre el gobierno del país y las FARC el 26 de septiembre. Un acontecimiento histórico en el que el purpurado pidió sanar las heridas del corazón de los colombianos, reconstruir a la persona y aseguró que se puede vivir sin masacrarse.

La Liturgia de la Palabra que presidió contó con la presencia de mandatarios de todo el mundo, así como del rey emérito de España D. Juan Carlos.

El purpurado se mostró confiado en que “se puede construir un futuro diverso, en el cual convivir sin masacrarse y en el cual poseer convicciones diversas, en el marco del respeto de las reglas democráticas, de la dignidad humana y de la tradición católica de esta gran nación”, dijo Parolin en la homilía.

“La paz que anhela Colombia va más allá de la también necesaria consecución de ciertas estructuras o convenciones, y se centra en la reconstrucción de la persona: de hecho, es en las heridas del corazón humano donde se encuentran las causas profundas del conflicto que en los últimos decenios ha desgarrado este país. Sólo Dios nos da la fuerza para afrontar tales problemas y, sobre todo, la capacidad de identificarnos con todos aquellos que sufren por su causa”.

“Deseo, en primer lugar, transmitir la cercanía del Papa Francisco al querido pueblo colombiano y sus Autoridades, especialmente en la presente circunstancia de la firma del Acuerdo Final entre el Gobierno de Colombia y la FARC-EP”.

El purpurado aseguró que “el Santo Padre ha seguido con gran atención los esfuerzos de estos últimos años, en la búsqueda de la concordia y de la reconciliación”.

“Varias veces ha animado estos esfuerzos, sin tomar parte en las soluciones concretas que han sido negociadas, y sobre las cuales decidirán, de manera libre, informada y en conciencia, los propios ciudadanos”.

“El Papa siempre ha animado al respeto de los derechos humanos y de los valores cristianos que se hallan en el centro de la cultura colombiana. Creo que todos los que estamos aquí presentes somos conscientes que, en el fondo, estamos sí al final de una negociación, pero también al inicio de un proceso, todavía abierto, de cambio, que requiere el aporte y el respeto de todos los colombianos”, indicó.

El Secretario de Estado recordó la historia de la ciudad de Cartagena de Indias y su relación con la esclavitud y la figura de San Pedro Claver que ayudó a eliminarla. “Podríamos decir que, como hace siglos los esclavos y mercaderes se dirigían a puerto enfermos y maltratados, hoy muchos colombianos viajan desarraigados y adoloridos, con la dignidad herida o arrebatada. Han pasado tormentas y oscuros nubarrones, sin perder la esperanza. Tienen necesidad de ser rescatados y amados, tienen sed de agua fresca”.

“De la misma manera, también hoy Jesús nos espera para liberarnos de las cadenas de la esclavitud. La propia y la que nos ocasionan otros. Está ansioso por abrazarnos, por curar nuestras llagas, por enjugar nuestras lágrimas, por darnos de comer y de beber agua y pan de vida, por mirarnos con amor en lo profundo del alma, por llevarnos entre sus brazos a puerto seguro… Sabemos que el sufrimiento de las víctimas, ofrecido a los pies de la Cruz, se convierte en cuenco para recibir su misericordia”.

El Cardenal recordó también que Francisco ha expresado en varias ocasiones el deseo de visitar Colombia, pero una vez que se firmara la paz. “El método más seguro para comenzar un futuro mejor es reconstruir la dignidad de quien sufre, y para hacer esto es necesario acercarse a él sin restricciones de tiempo, hasta el punto de identificarse con él”.

El Secretario de Estado pidió no considerar “este encuentro como un evento más, sino como una manifestación de la confianza de las autoridades y de todos aquellos que nos siguen con la fuerza de la oración a Dios”.

“Por eso, pedimos a Dios que nos conceda esa heroicidad en la solidaridad, que es necesaria para colmar, en la verdad y en la justicia, el abismo del mal producido por la violencia”, añadió.

Por último, manifestó que Colombia ha experimentado “que la ambición del dinero y del poder y, a causa de ella, la explotación del hombre por el hombre, el desplazamiento forzado, la violencia y el desconocimiento de la dignidad de las víctimas, entre otros flagelos, acechan permanentemente a la humanidad”.

“Las religiones inducen a escuchar, a comprender y a reconocer las razones y el valor del otro. La fe se opone al daño a la dignidad de la persona que causa la laceración del tejido civil, y no es contraria a la laicidad, entendida como el respeto a las diversas esferas de competencia de la realidad civil y de la espiritual. De hecho, la laicidad tiene necesidad de la fe, como necesario punto de referencia para la convivencia y para el respeto”.

“La Iglesia Católica, en particular, promueve la serena convivencia social, en concordancia con la tradición espiritual de los colombianos, sin reclamar que todos tengan una misma confesión religiosa”. “Ofrece puntos de referencia para que las personas y colectividades puedan encontrar y aportar luces en la búsqueda del bien común”, concluyó.

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