Cardenal Sarah: El silencio es más importante que toda obra humana porque allí habla Dios

CÓRDOBA, 12 May. 17 / 08:12 pm (ACI).- En su visita a la diócesis de Córdoba en España, el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, subrayó la importancia de “la fuerza del silencio en la liturgia” en un encuentro con sacerdotes y fieles con motivo de la festividad de San Juan de Ávila.

El Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, pronunció una conferencia  titulada “La fuerza del silencio en la liturgia” en el teatro Garnelo.

En la conferencia, el Cardenal africano resaltó la importancia de que los cristianos entren “en el silencio porque sin el silencio, permanecemos en una ilusión mortal. El silencio es más importante que cualquier otra obra humana, porque habla Dios”.

El Purpurado subrayó la importancia del silencio en la vida del cristiano, una serie de reflexiones que han dado lugar a la publicación del libro “La fuerza del silencio”.

Un libro, que según explicó el Cardenal nació en la Abadía de Santa María de Lagrasse en Francia. Allí murió el hermano Vicente María de la Resurrección, enfermo de esclerosis múltiple y con el que el Purpurado se comunicaba “con la mirada, el silencio y la oración y que a pesar del sufrimiento, brillaba en su rostro paz, serenidad y felicidad”.

“El primer lenguaje de Dios es el silencio; debemos aprender a ser silenciosos y a descansar en Dios”, aseguró.

Por eso destacó que a través de ese silencio se puede buscar un verdadero orden de nuestras prioridades.

“Es tiempo de poner a Dios en el centro de nuestras preocupaciones, de nuestros pensamientos, de nuestro actuar y de nuestra vida. Así, nuestra vida cristiana podrá fundamentarse en la luz de la fe y alimentarse en la oración”, apuntó, porque según afirmó: “Dios Nuestro Padre no se deja abordar más que en el silencio”.

En ese sentido, también animó a los sacerdotes a vivir el Evangelio, porque “lo que más necesita la Iglesia hoy no es una reforma administrativa, ni un cambio estructural, ni una logística o estrategia de comunicación o un programa suplementario. El programa existe y es el de siempre, el Evangelio y la Tradición Viva”.

También insistió en que su “prioridad” es “decir que solo Dios puede colmar el corazón del hombre” y alertó de que podemos ser “víctimas de la superficialidad, del egoísmo y del espíritu mundano que propaga la sociedad mediática”.

Sobre la importancia del silencio dentro de la liturgia, el Cardenal Sarah aseguró que “se trata de una preocupación fundamental en nuestros días, ya que el silencio sagrado es el lugar donde podemos encontrar a Dios y es importante que los sacerdotes aprendan de nuevo lo que significa el temor filial de Dios y el carácter sagrado de su relación con Él”.

Además aseguró que “ante la Majestad de Dios, nuestras palabras se pierden”, por lo que afirmó que “rechazar este silencio impregnado de temerosa confianza y de adoración significa impedir a Dios comunicarnos su amor y manifestarnos su presencia” y señaló que se trata del lugar “donde podemos encontrar a Dios”.

En ese sentido pidió a los sacerdotes “aprender de nuevo a temblar de estupor ante la Santidad de Dios y ser conscientes de la gracia extraordinaria de su sacerdocio” y destacó que ya desde el Concilio Vaticano II se subrayó que el silencio es un medio privilegiado para favorecer la participación del pueblo de Dios en la liturgia.

Por eso alertó de los pastores que no favorecen el “silencio ante el Altísimo” y aseguró que estos “creen que el Espíritu Santo es incapaz de abrir los corazones a los misterios divinos mediante la infusión de la luz y la gracia santificante”.

De esta manera subrayó que el silencio en la liturgia es fundamental para los fieles porque “el silencio sagrado es un bien precioso para los fieles, y los sacerdotes no deben privarlos de este tesoro”.

Advirtió también del riesgo de que los cristianos se hundan “en la idolatría, prisioneros de numerosos discursos humanos, ruidosos, interminables” en los que “tendemos a elaborar un culto a nuestro gusto, dirigido a un Dios hecho a nuestra imagen”.

Por eso, tomando unas palabras de San Juan de Ávila, el Purpurado explicó que “quien ora ha de estar recogido, centrado y en silencio ante Dios”.

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