Cada uno es responsable de cumplir su vocación a la santidad, recuerda arzobispo

BUENOS AIRES, 09 Jul. 17 / 11:36 am (ACI).- El Arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina), Mons. Jorge Lozano, llamó a los fieles a trabajar para lograr la santidad, una vocación que es universal, pero cuyo cumplimiento es responsabilidad de cada católico.

“La vocación a la santidad es universal y de eso cada uno es responsable”, afirmó Mons. Lozano durante la Misa en la que le fue impuesto el palio arzobispal entregado por el Papa Francisco el 29 de junio, en el marco de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo celebrada en el Vaticano. La imposición estuvo a cargo del Nuncio en Argentina, Mons. Emil Paul Tscherrig.

En su homilía, Mons. Lozano también recordó a los laicos su llamado “a la construcción del mundo según los valores del Reino, en la vida laboral, el estudio, la vida familiar, en la vocación política, social, sindical”.

En ese sentido, señaló que “misión y comunión, comunión y misión, son inseparables” y advirtió que “lo que es diverso se une no por voluntarismo sino por la fuerza del Espíritu Santo. No somos socios de un club, una mutual solidaria o una ONG piadosa”, señaló.

“Como la harina se une con el agua para darnos el pan, así el Espíritu Santo nos une a todos”, comparó el Prelado durante la Misa del 7 de julio, y agregó que “gracias a su acción la diversidad no deriva en dispersión estando cada uno en su mundo, sino unidos para la misión, cada cual aportando su carisma para el bien de la Comunidad toda”.

“Una Iglesia triste es una comunidad envejecida espiritualmente, que vive con las puertas cerradas sin dejar salir ni entrar a nadie. Si la comunión es para mirarnos las caras, o decir que somos los puros que no se contaminan con los demás, nos ahogamos y terminamos mordiéndonos unos a otros. Nos convertimos en esterilidad aislada”, advirtió, y subrayó que “somos Iglesia en salida para compartir buenas noticias”.

Teniendo en cuenta lo expuesto por el Papa Francisco en su exhortación Evangelii Gaudium, reiteró que “un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral”, y animó a recobrar y acrecentar el fervor, “la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas”.

También destacó la labor de los movimientos e instituciones laicales, de los consagrados y religiosos “que desde sus carismas enriquecen y dinamizan la vida de la Iglesia”; así como de los diáconos y sobre todo de sacerdotes, “junto a quienes comparto la misión evangelizadora en toda la provincia”, y los obispos, “sucesores de los apóstoles, llamados por Jesús para estar con Él y ser enviados a predicar”.

Participaron en la celebración obispos argentinos y representantes de la Iglesia en Chile; así como autoridades civiles argentinas.

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