Tratamiento hormonal para “niños transgénero” no tiene soporte científico, revela estudio

REDACCIÓN CENTRAL, 04 Jul. 17 / 03:02 pm (ACI).- Expertos advirtieron en una reciente investigación que resume 50 estudios independientes y revisados, que el uso experimental de “bloqueadores hormonales de pubertad” para tratar la “disforia de género” no cuenta con soporte científico y podría plantear graves riesgos en pacientes jóvenes.

La llamada “disforia de género” es un diagnóstico psiquiátrico que prescribe una discordancia o malestar con la corporalidad o el sexo biológico. La Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial la Salud la clasifica como “trastorno de identidad de género”; mientras que el último Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría detalla que esta experiencia se acompaña de “malestar clínicamente significativo o deterioro social, ocupacional o en otras importantes áreas del funcionamiento”.

Un caso conocido es el de la hija de la pareja de actores, Angelina Jolie y Brad Pitt, quien con apenas cuatro años, empezó desde mayo de 2017 un tratamiento hormonal para “cambiar de sexo” y tratar de asemejarse a un niño.

“Hace diez años la mayoría de los médicos habrían llamado a esto negligencia. Nuevos datos lo han convertido en el protocolo para miles de niños estadounidenses. En los últimos años, ha quedado claro que si apoyamos a estos niños en sus identidades ‘transgénero’ en lugar de tratar de cambiarlos, prosperan en vez de luchar contra la ansiedad y depresión”, indicó en su columna de The New York Times, Jack Turban, un psiquiatra e investigador de la Escuela de Medicina de Yale que recibió una avalancha de quejas por apoyar este tipo de tratamiento.

Sin embargo, un estudio publicado el pasado 20 de junio en The New Atlantis, “Growing Pains: Problems With Puberty Suppression in Treating Gender Dysphoria” (Dolores de crecimiento: Problemas con la supresión de la pubertad en el tratamiento de la disforia de género), desafió ampliamente el modelo de tratamiento defendido por Turban y muchos otros expertos.

“A la luz de las muchas incertidumbres y desconocimientos, sería apropiado describir el uso de los tratamientos de bloqueo de la pubertad para la disforia de género como experimentales”, indicó el estudio, que además afirma que este tratamiento se ofrece a niños “sin las garantías habituales” de este tipo de terapias experimentales, tales como “ensayos clínicos cuidadosamente controlados, así como estudios de seguimiento a largo plazo”.

El estudio tiene por autor a Paul Hruz, un endocrinólogo pediátrico y profesor asociado de biología celular y fisiología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington; y como coautores a Lawrence Mayer, profesor de estadística y bioestadística de la Universidad Estatal de Arizona; y el Dr. Paul McHugh, profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, y 25 años psiquiatra en jefe en Hospital Johns Hopkins.

“Los médicos deben ser cautelosos acerca de abrazar las terapias experimentales en general, pero especialmente las destinadas a los niños, y debe evitar particularmente cualquier terapia experimental queprácticamente no tiene evidencia científica de eficacia o seguridad”, advierten los autores del estudio “Growing Pains”.

En una entrevista con el National Catholic Register, el Dr. Hruz reconoció que los niños que experimentan una incongruencia con el sexo biológico “sufren” y que su lucha representa un “desafío único” para los padres y médicos. Sin embargo, enfatizó que la vulnerabilidad de un niño significa la necesidad de una evaluación rigurosa de los tratamientos.

“La conclusión es que hay muy poca evidencia científica que respalde este tratamiento como seguro y reversible. No tenemos suficientes evidencias sobre su seguridad, pero sí muchas buenas razones para preocuparse del daño”, indicó.

Según el estudio, “los modelos de tratamiento que afirman el género (preferido por el paciente) a veces se aplican incluso a niños muy pequeños. A menudo, el enfoque de ‘afirmación de género’ es seguido en la juventud y la edad adulta por intervenciones hormonales y quirúrgicas destinadas a hacer que las apariencias de los pacientes se alineen más estrechamente con su ‘identidad de género’ que con su sexo biológico”.

Los defensores de esta terapia confirman que los pacientes prescritos con hormonas podrían volverse estériles, pero el estudio “Growing Pains” advierte de riesgos potenciales para la salud de los pacientes más jóvenes.

La alteración de la pubertad en niños tan jóvenes, como de 9 años, podría afectar su crecimiento físico y la densidad ósea; por tanto, los autores señalan que se necesita más investigación para estudiar el impacto en el cerebro en desarrollo, entre otras preocupaciones.

Del mismo modo, afirman que la falta de datos sólidos sobre los orígenes de la disforia de género debería plantear preguntas adicionales como: ¿Deberían los médicos recomendar un tratamiento cuando tienen tan poca información sobre las causas subyacentes de la disforia de género y su persistencia en una minoría de pacientes?

Por ejemplo, la investigación señala que un influyente estudio holandés de 2011 sobre el uso de estos fármacos también reveló que cada paciente en el estudio optó por continuar con el tratamiento, una señal de que finalmente se identificaron con el sexo opuesto.

No obstante, estudios previos encontraron que la condición no persistió en la mayoría de pacientes; además, el estudio “Growing Pains” plantea la posibilidad de que este modelo de tratamiento está enviando más pacientes jóvenes en un camino de un solo sentido.

“La identidad de género para los niños es elástica (es decir, puede cambiar con el tiempo) y plástica (es decir, puede ser moldeada por fuerzas como la aprobación de los padres y las condiciones sociales)”.

“Si el uso cada vez mayor de terapias de ‘afirmación de género’ hace que los niños persistan con su identificación con el sexo opuesto, entonces muchos niños que de otra manera no necesitarían tratamiento médico continuo estarían expuestos a intervenciones hormonales y quirúrgicas”, explica el informe.

En ese sentido, los autores de “Growing Pains” reafirmaron que ningún estudio importante ha evaluado realmente el impacto de la supresión de la pubertad en pacientes con esta afección, incluyendo aquellos que realinean su sexo con su sexo biológico, por lo que la afirmación de que el tratamiento es “reversible” está “basada en la especulación”.

Por su parte, el investigador PhD, Ryan Anderson, aprobó la publicación de “Growing Pains” afirmando que “la mejor biología, psicología y filosofía apoyan una comprensión del sexo como una realidad corporal y del género como una manifestación social del sexo corporal”.

“La biología no es una intolerancia, y necesitamos una evaluación sobria y honesta de los costos humanos de erradicar la naturaleza humana. Este nuevo estudio en The New Atlantis debe hacer que todos nos detengamos antes de aprobar tratamientos médicos radicales en niños”, concluyó.

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