María nos abre siempre a la esperanza de Cristo, afirma Arzobispo de Asunción

ASUNCION, 16 Ago. 17 / 08:15 pm (ACI).- Con motivo de la celebración patronal, el Arzobispo de Asunción en Paraguay, Mons. Edmundo Valenzuela, manifestó que María Santísima es “quien nos abre a la esperanza” y el Cántico del Magnificat “es especialmente intenso allí donde el cuerpo de Cristo sufre hoy la pasión. Donde está la cruz, para nosotros los cristianos hay esperanza, siempre”.

“Si no hay esperanza no somos cristianos. Por eso nos repite el Papa: ‘No se dejen robar la esperanza, porque esta fuerza es una gracia, un don de Dios que nos hace avanzar mirando al Cielo’, manifestó el Prelado en su homilía el 15 de agosto.

“La importancia de la Asunción para nosotros, radica, entonces, en la triple relación con Dios, entre nosotros y con las cosas creadas, siempre cuidando el cuerpo y el alma, las cosas de Dios y las del mundo. Esto deriva de la fe en la Resurrección de Jesucristo”.

“Les invito a mirar hoy a María Santísima quien nos abre a la esperanza. Qué bueno es escuchar juntos el cántico de María, el Magnificat. Nos abre a la esperanza para quienes experimentamos conflictos, lucha cotidiana, frustraciones, tentaciones y atractivos del mal, porque como María creemos en la victoria del amor, en el poder de Dios que ‘derriba a los poderosos y enaltece a los humildes’”.

Algunos ejemplos, dijo Mons. Valenzuela son: “La hermana Felicia de Jesús Sacramentado, la querida Chiquitunga, que esperamos su pronta beatificación”, “Roque González, Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo y tantos otros santos desconocidos: Mamás, papás, catequistas, jóvenes y abuelas, quienes han afrontado las luchas de la vida, llevando en el corazón la esperanza de los pequeños y humildes”.

Mons. Valenzuela explicó que “nos insertamos juntos en el camino de la salvación”, porque “la Iglesia sigue con dolores de parto: Las grandes ideologías que combaten la fe y la Iglesia, la pérdida de valores humanos y cristianos, la destrucción de la familia, de la vida, la banalización del sexo, la difusión de la drogadicción, el alcoholismo”.

Otros “dolores” denunciados por el Arzobispo son “las ideologías de género, la promoción del aborto, los métodos anticonceptivos amenazan a la naturaleza humana. Las así llamadas nuevas corrientes antropológicas aprisionan la libertad del hombre y la reduce a mero consumo de compra y vende”.

“Un mundo sin Dios representa cada vez más un descalabro moral en la pérdida del ser hombre y mujer, de la familia y del pluralismo cultural”, reflexionó.

“¡Hemos globalizado la indiferencia!” dijo el Arzobispo de Asunción ante la difícil situación de vida del 30 por ciento de la población paraguaya, que es campesina; la defensa del seguro social obligatorio y la pobreza extrema de unas 850 mil personas.

Sin embargo, “debemos subrayar que en la persecución que realiza el dragón, la serpiente antigua no triunfará jamás, aunque sea poderosa y con muchos tentáculos de mal e injusticia”, enfatizó Mons. Valenzuela.

“El dogma de la Asunción al cielo de María Santísima, ilumine las metas, anhelos y proyectos humanos que nos impulsan a reafirmar los valores evangélicos del diálogo, la transparencia, la participación y los acuerdos éticos basados en la paz, la justicia y la libertad como reza nuestro escudo patrio”, concluyó.

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