El Papa en Perú: Hoy el Señor te invita a caminar con Él anunciando el amor

(ACI).- En la actividad más multitudinaria de su visita al Perú, con más de 1,3 millones de asistentes, el Papa Francisco presidió una Misa en la Base Aérea Las Palmas, donde reflexionó sobre la importancia de hacer presente a Jesús allí donde uno se encuentre y rechazar la tentación del desaliento.

Al llegar al lugar, abarrotado de fieles, el Santo Padre hizo un tour en el papamóvil que duró aproximadamente media hora para poder saludar a la multitud que lo esperó desde la noche anterior en la base aérea, y que a pesar del cansancio lo recibió con mucha alegría.

En el inicio de la Misa, el Pontífice se tomó unos minutos para bendecir la imagen de Nuestra Señora de la Evangelización, la Patrona de la Arquidiócesis de Lima.

Aunque la temperatura no fue demasiada alta, la sensación de bochorno era grande. Por eso y desde mucho antes de la Misa, los bomberos ayudaron a paliar el calor con grandes chorros de agua sobre la gente.

Con la auténtica imagen del Señor de los Milagros que sale en procesión cada año como telón de fondo y acompañado de unos mil sacerdotes que concelebraron la Misa, el Pontífice alertó a los fieles ante las situaciones de dolor que pueden generar “la tentación de huir, de escondernos, de zafar”.

“Y al ver estas cosas en nuestras ciudades, en nuestros barrios –que podrían ser un espacio de encuentro y solidaridad, de alegría– se termina provocando lo que podemos llamar el síndrome de Jonás: un espacio de huida y desconfianza”.

En medio de ese dolor y sufrimiento, dijo el Papa, es importante recordar que “el Reino de Dios está cerca, Dios está entre nosotros. Ha llegado hasta nosotros para comprometerse nuevamente como un renovado antídoto contra la globalización de la indiferencia”.

Luego de recordar que ante el amor de Dios “no se puede permanecer indiferentes”, el Papa resaltó que así “Jesús camina la ciudad con sus discípulos y comienza a ver, a escuchar, a prestar atención a aquellos que habían sucumbido bajo el manto de la indiferencia, lapidados por el grave pecado de la corrupción”.

Ahora, continuó Francisco, “Jesús sigue caminando por nuestras calles, sigue al igual que ayer golpeando puertas, golpeando corazones para volver a encender la esperanza y los anhelos: que la degradación sea superada por la fraternidad, la injusticia vencida por la solidaridad y la violencia callada con las armas de la paz”.

“¿Cómo encenderemos la esperanza si faltan profetas? ¿Cómo encararemos el futuro si nos falta unidad? ¿Cómo llegará Jesús a tantos rincones, si faltan audaces y valientes testigos?”, cuestionó.

Hoy el Señor te invita a caminar con Él la ciudad, tu ciudad. Te invita a que seas su discípulo misionero, y así te vuelvas parte de ese gran susurro que quiere seguir resonando en los distintos rincones de nuestra vida: ¡Alégrate, el Señor está contigo!”, concluyó su homilía.

En el momento de las ofrendas, fueron dos familias las encargadas de llevarlas. La primera con seis hijos, y la segunda con cuatro.

“Me toca en nombre del pueblo que peregrina en el Perú, decirte con todo el corazón: Gracias, gracias porque en estos días con tus palabras y tu presencia te has robado el corazón de todos los peruanos”, dijo al concluir la Eucaristía el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani.

“¿Qué buscamos? Unidos a Jesús buscamos lo que Él busca: un país más unido y solidario; una familia verdadera escuela de fe y portadora de nuestras tradiciones; una sociedad más honesta y transparente donde la corrupción no impida la atención a todos, especialmente a los más pobres; un santo pueblo de Dios que reclama su dignidad con esperanza y en paz”.

Tras sus palabras, un grupo de seminaristas de Lima obsequió al Papa un mosaico de los santos peruanos, y por su parte el Pontífice obsequió, como habitualmente un cáliz.

En sus palabras al final de la Misa, el Santo Padre resaltó que Perú “es tierra de esperanza por los jóvenes, los cuales no son el futuro, son el presente de Perú. A ellos les pido que descubran en la sabiduría de sus abuelos, de sus ancianos, el ADN que guió a sus grandes santos”.

“No se desarraiguen. Abuelos y ancianos, no dejen de transmitir a las jóvenes generaciones las raíces de su pueblo y la sabiduría del camino para llegar al cielo. A todos los invito a no tener miedo a ser los santos del siglo XXI. Hermanos peruanos, tienen tantos motivos para esperar, lo he visto, lo he ‘tocado’ en estos días. Cuiden la esperanza”.

El Pontífice dijo finalmente que “no hay mejor manera de cuidar la esperanza que permanecer unidos, para que todos estos motivos que la sostienen, crezcan cada día más. La esperanza en Dios no defrauda. Los llevo en el corazón. Que Dios los bendiga. Y, por favor, les pido que no se olviden de rezar por mí”.

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