marzo 2018

El falso sacerdote Julián Cruzalta, promotor del aborto, miembro del lobby gay y “asesor teológico” de la organización abortista Católicas por el Derecho a Decidir, llegó a Ecuador para dar una conferencia titulada “Ética, Ética Pública y Estado Laico”.

La conferencia se realizó el 26 de marzo en el Teatro Sucre en la ciudad de Cuenca y fue organizada por la llamada “Mesa Cantonal para la Erradicación de la violencia de género e intrafamiliar”.

Cruzalta fue presentado en el evento, entre otros títulos, como poseedor de una maestría en “teología moral y teología Eco feminista”.

El 26 de marzo de este año, en un reportaje publicado por el diario mexicano Zócalo, Cruzalta afirma que “la idea de lo sagrado es femenina, no masculina (…) Dios nació mujer. Dios es la tierra, la tierra es femenina, da de comer”.

En noviembre de 2015, el entonces Arzobispo de Guatemala, Mons. Oscar Vian Morales, afirmó sobre Cruzalta que “estamos realmente preocupados por los falsos sacerdotes que promueven desórdenes sociales y morales”.

En enero de 2014 la Arquidiócesis mexicana de Durango afirmó en un comunicado que “los superiores de la orden de los Dominicos afirman que el señor Cruzalta desde hace mucho tiempo no vive en la comunidad ni obedece las órdenes de sus superiores, no tiene el Orden Sagrado del Presbiterado (no es sacerdote)” y la Congregación “se ha deslindado de las acciones realizadas por el susodicho que, en todo caso, actúa solo a título personal”.

En 2013 fue la Arquidiócesis boliviana de Santa Cruz la que advirtió que Cruzalta es “un emisario de la organización abortista denominada católicas por el derecho a decidir ‘CDD’, agrupación que no acepta la doctrina de la Iglesia con respecto a la defensa de la vida humana ante el crimen del aborto e intentan confundir al pueblo católico sobre este importante tema”.

Católicas por el Derecho a Decidir es una organización fundada en Estados Unidos para promover el aborto, de forma especial en América Latina, confundiendo a los creyentes católicos.

En los últimos años esta organización ha destinado alrededor de 14 millones de dólares para promover la cultura de la muerte.

Julián Cruzalta –que en su página de Facebook aparece en una foto vestido de fraile dominico junto al polémico Obispo de Saltillo (México), Mons. Raúl Vera– participó en mayo de 2008 en una audiencia de la Suprema Corte de Justicia de México con una ponencia a favor de la ley que despenalizó el aborto en el Distrito Federal, presentándose como fraile a pesar de estar separado de la Orden Dominica.

El Servicio Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME) divulgó entonces un comunicado del Provincial de los Dominicos, Fray Gonzalo Ituarte Verduzco, para aclarar que Cruzalta "no es sacerdote sino que fue diácono (grado previo al sacerdocio), es decir, estuvo facultado sólo para auxiliar en algunas tareas a los sacerdotes".

Fray Ituarte informó que "Julián Cruzalta había solicitado permiso al Superior para retirarse de la orden por un año, pero que jamás regresó y que desde hace más de cuatro años no tiene conocimiento de él, por lo tanto, vive exclaustrado, es decir, separado de la Orden sin autorización del padre Provincial Dominico” ni del entonces Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera.

El falso sacerdote Julián Cruzalta también se ha dedicado a promover el estilo de vida gay, recibiendo el aval de la Diócesis de Saltillo (México), gobernada por Mons. Raúl Vera.

Hace unos años, en el 4º Foro de Diversidad Sexual, Familiar y Religioso, organizado por el grupo gay San Elredo, perteneciente a la Diócesis de Saltillo, Cruzalta dictó la conferencia “La homosexualidad vista desde la Iglesia".

Cruzalta también dirige la polémica Comunidad Ecuménica Magdala que participa en campañas a favor de las prácticas homosexuales.

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REDACCION CENTRAL, 31 Mar. 18 (ACI Prensa).- El Domingo de Resurrección y la Vigilia Pascual son el aniversario del triunfo de Jesucristo, son la feliz conclusión de su Pasión y la alegría que sigue al dolor: la redención y liberación del pecado de la humanidad por el Hijo de Dios.

El P. Donato Jiménez explicó a ACI Prensa que la diferencia entre ambos radica en la fecha. En el Domingo de Resurrección la liturgia “es igual prácticamente a la que celebramos en la vigilia del Sábado Santo. Lo que pasa es que en la vigilia del Sábado Santo se hace de noche y la mayor parte de los fieles no puede asistir”.

Al día siguiente, prosiguió, “es lo mismo, pero como cada domingo para todos los fieles se celebra la Eucaristía de la Resurrección. La hemos celebrado en la Vigilia, pero como en ella no han estado todos los cristianos del mundo, entonces en el domingo tienen la oportunidad y la necesidad de participar gozosamente del hecho de la Resurrección”.

En la Vigilia Pascual se participa del júbilo por la Resurrección de Jesucristo, escuchando las 7 lecturas y con una ceremonia litúrgica extendida; mientras que en el domingo se oficia la Eucaristía de la Resurrección con el mismo gozo que en la Vigilia, aunque en Misa dominical.

La Pascua de Resurrección durará 50 días hasta la celebración de Pentecostés.

“Todos los días se celebrará con el mismo gozo y se serán como la prolongación de un solo día”, dijo el P. Jiménez en diálogo con ACI Prensa.

Es tan grande el acontecimiento de la Pascua que no puede caber en un día. Los domingos de Pascua serán las fechas más importantes donde se festeje la redención.

No te pierdas nuestro especial de Pascua.

REDACCIÓN CENTRAL, 31 Mar. 18 (ACI Prensa).- Hoy es el día que la Iglesia Católica celebra el sentido de la Fe, porque festeja el Domingo de la Resurrección de Jesús o de Pascua, cuando Cristo triunfante sobre la muerte abre las puertas del cielo.

Durante la celebración eucarística se enciende el Cirio Pascual que permanecerá encendido hasta el día que se conmemora la Ascensión de Jesús al cielo.

Esta fiesta celebra la derrota del pecado y de la muerte, con la resurrección del todo sufrimiento temporal adquiere sentido con la vida eterna.

Es un día de fiesta de gozo, Cristo ha Resucitado, la Tumba está vacía, la humanidad está salvada, ahora es momento de abrazar esa salvación testificando una verdadera vida cristiana.

Más información:

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El Domingo de Resurrección y la Vigilia Pascual son el aniversario del triunfo de Jesucristo, son la feliz conclusión de su Pasión y la alegría que sigue al dolor: la redención y liberación del pecado de la humanidad por el Hijo de Dios.

El P. Donato Jiménez explicó a ACI Prensa que la diferencia entre ambos radica en la fecha. En el Domingo de Resurrección la liturgia “es igual prácticamente a la que celebramos en la vigilia del Sábado Santo. Lo que pasa es que en la vigilia del Sábado Santo se hace de noche y la mayor parte de los fieles no puede asistir”.

Al día siguiente, prosiguió, “es lo mismo, pero como cada domingo para todos los fieles se celebra la Eucaristía de la Resurrección. La hemos celebrado en la Vigilia, pero como en ella no han estado todos los cristianos del mundo, entonces en el domingo tienen la oportunidad y la necesidad de participar gozosamente del hecho de la Resurrección”.

En la Vigilia Pascual se participa del júbilo por la Resurrección de Jesucristo, escuchando las 7 lecturas y con una ceremonia litúrgica extendida; mientras que en el domingo se oficia la Eucaristía de la Resurrección con el mismo gozo que en la Vigilia, aunque en Misa dominical.

La Pascua de Resurrección durará 50 días hasta la celebración de Pentecostés.

“Todos los días se celebrará con el mismo gozo y se serán como la prolongación de un solo día”, dijo el P. Jiménez en diálogo con ACI Prensa.

Es tan grande el acontecimiento de la Pascua que no puede caber en un día. Los domingos de Pascua serán las fechas más importantes donde se festeje la redención.

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Etiquetas: Domingo de Pascua, Semana Santa, Pascua, Resurrección

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Hoy es el día que la Iglesia Católica celebra el sentido de la Fe, porque festeja el Domingo de la Resurrección de Jesús o de Pascua, cuando Cristo triunfante sobre la muerte abre las puertas del cielo.

Durante la celebración eucarística se enciende el Cirio Pascual que permanecerá encendido hasta el día que se conmemora la Ascensión de Jesús al cielo.

Esta fiesta celebra la derrota del pecado y de la muerte, con la resurrección del todo sufrimiento temporal adquiere sentido con la vida eterna.

Es un día de fiesta de gozo, Cristo ha Resucitado, la Tumba está vacía, la humanidad está salvada, ahora es momento de abrazar esa salvación testificando una verdadera vida cristiana.

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Etiquetas: Domingo de Pascua, Semana Santa, Pascua, Triduo Pascual

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El Papa Francisco bautizó este sábado en la Basílica de San Pedro a ocho catecúmenos, como es tradición durante la Vigilia Pascual.

Fueron tres mujeres y cinco hombres de edades de edades comprendidas entre 28 y 52 años: 4 italianos, un albanés, un nigeriano, un estadounidense y un peruano.

En concreto, fuero Isabel, de Perú y nacida en 1966; Kastriot Cristian, procedente de Albania y nacido en 1990; Francesco Michele (Italia, 1987); Ivan Roberto (Italia, 1983); John Francesco (Nigeria, 1986); Mara Maria (Italia, 1979); Nathan Potter (Estados Unidos, 1988) y Silvia (Italia, 1989).

Posteriormente, el Santo Padre administró a los nuevos cristianos el sacramento de la Confirmación. Luego todos ellos recibieron la Primera Comunión.

El Santo Padre administró estos sacramentos luego de pronunciar su homilía, en la que invitó a romper con la rutina y renovarse gracias a la resurrección.

Uno de los bautizados, es John Ogah, un ciudadano nigeriano de 31 años que en septiembre de 2017 se enfrentó a un criminal que portaba un puñal y que acababa de robar un supermercado en Centocelle, a las afueras de Roma.

Él mismo solicitó que su padrino, fuera el capitán Nunzio Carbone, comandante de la Compañía Rome Casilina, quien primero fue el primero que lo ayudó.

En los últimos meses, Ogah también recibió un permiso de residencia, a propuesta de los Carabineros del Comando Provincial de Roma.   

Al percatarse de lo que estaba ocurriendo en el supermercado, Ogah se enfrentó al delincuente, lo desarmó y lo siguió a la moto en la que pretendía escapar. Finalmente, el hombre terminó arrestado por los carabineros.     

“Es increíble, estoy muy emocionado”, dijo Ogah. “Agradezco al Papa que dio bienvenida a mi deseo. Siempre he tenido una gran fe y eso me ayudó en la vida”, declaró a los medios.

En la actualidad, Ogah trabaja en la Cruz Roja de Roma.

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El Papa Francisco presidió la Vigilia pascual en la Basílica de San Pedro y bautizó a 8 catecúmenos. En su homilía aseguró que “celebrar la Pascua, es volver a creer que Dios irrumpe y no deja de irrumpir en nuestras historias desafiando nuestros «conformantes» y paralizadores determinismos. Celebrar la Pascua es dejar que Jesús venza esa pusilánime actitud que tantas veces nos rodea e intenta sepultar todo tipo de esperanza”.

A continuación, el texto completo de la homilía:

Esta celebración la hemos comenzado fuera... inmersos en la oscuridad de la noche y en el frío que la acompaña. Sentimos el peso del silencio ante la muerte del Señor, un silencio en el que cada uno de nosotros puede reconocerse y cala hondo en las hendiduras del corazón del discípulo que ante la cruz se queda sin palabras.

Son las horas del discípulo enmudecido frente al dolor que genera la muerte de Jesús: ¿Qué decir ante tal situación? El discípulo que se queda sin palabras al tomar conciencia de sus reacciones durante las horas cruciales en la vida del Señor: frente a la injusticia que condenó al Maestro, los discípulos hicieron silencio; frente a las calumnias y al falso testimonio que sufrió el Maestro, los discípulos callaron. Durante las horas difíciles y dolorosas de la Pasión, los discípulos experimentaron de forma dramática su incapacidad de «jugársela» y de hablar en favor del Maestro. Es más, no lo conocían, se escondieron, se escaparon, callaron (cfr. Jn 18,25-27).

Es la noche del silencio del discípulo que se encuentra entumecido y paralizado, sin saber hacia dónde ir frente a tantas situaciones dolorosas que lo agobian y rodean. Es el discípulo de hoy, enmudecido ante una realidad que se le impone haciéndole sentir, y lo que es peor, creer que nada puede hacerse para revertir tantas injusticias que viven en su carne nuestros hermanos.

Es el discípulo atolondrado por estar inmerso en una rutina aplastante que le roba la memoria, silencia la esperanza y lo habitúa al «siempre se hizo así». Es el discípulo enmudecido que, abrumado, termina «normalizando» y acostumbrándose a la expresión de Caifás: «¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no perezca la nación entera?» (Jn 11,50).

Y en medio de nuestros silencios, cuando callamos tan contundentemente, entonces las piedras empiezan a gritar (cf. Lc 19,40)[1] y a dejar espacio para el mayor anuncio que jamás la historia haya podido contener en su seno: «No está aquí ha resucitado» (Mt 28,6). La piedra del sepulcro gritó y en su grito anunció para todos un nuevo camino. Fue la creación la primera en hacerse eco del triunfo de la Vida sobre todas las formas que intentaron callar y enmudecer la alegría del evangelio. Fue la piedra del sepulcro la primera en saltar y a su manera entonar un canto de alabanza y admiración, de alegría y de esperanza al que todos somos invitados a tomar parte.

Y si ayer, con las mujeres contemplábamos «al que traspasaron» (Jn 19,36; cf. Za 12,10); hoy con ellas somos invitados a contemplar la tumba vacía y a escuchar las palabras del ángel: «no tengan miedo… ha resucitado» (Mt 28,5-6). Palabras que quieren tocar nuestras convicciones y certezas más hondas, nuestras formas de juzgar y enfrentar los acontecimientos que vivimos a diario; especialmente nuestra manera de relacionarnos con los demás. La tumba vacía quiere desafiar, movilizar, cuestionar, pero especialmente quiere animarnos a creer y a confiar que Dios «acontece» en cualquier situación, en cualquier persona, y que su luz puede llegar a los rincones menos esperados y más cerrados de la existencia. Resucitó de la muerte, resucitó del lugar del que nadie esperaba nada y nos espera —al igual que a las mujeres— para hacernos tomar parte de su obra salvadora. Este es el fundamento y la fuerza que tenemos los cristianos para poner nuestra vida y energía, nuestra inteligencia, afectos y voluntad en buscar, y especialmente en generar, caminos de dignidad. ¡No está aquí…ha resucitado! Es el anuncio que sostiene nuestra esperanza y la transforma en gestos concretos de caridad. ¡Cuánto necesitamos dejar que nuestra fragilidad sea ungida por esta experiencia, cuánto necesitamos que nuestra fe sea renovada, cuánto necesitamos que nuestros miopes horizontes se vean cuestionados y renovados por este anuncio! Él resucitó y con él resucita nuestra esperanza y creatividad para enfrentar los problemas presentes, porque sabemos que no vamos solos.

Celebrar la Pascua, es volver a creer que Dios irrumpe y no deja de irrumpir en nuestras historias desafiando nuestros «conformantes» y paralizadores determinismos. Celebrar la Pascua es dejar que Jesús venza esa pusilánime actitud que tantas veces nos rodea e intenta sepultar todo tipo de esperanza.

La piedra del sepulcro tomó parte, las mujeres del evangelio tomaron parte, ahora la invitación va dirigida una vez más a ustedes y a mí: invitación a romper las rutinas, renovar nuestra vida, nuestras opciones y nuestra existencia. Una invitación que va dirigida allí donde estamos, en lo que hacemos y en lo que somos; con la «cuota de poder» que poseemos. ¿Queremos tomar parte de este anuncio de vida o seguiremos enmudecidos ante los acontecimientos?

¡No está aquí ha resucitado! Y te espera en Galilea, te invita a volver al tiempo y al lugar del primer amor y decirte: No tengas miedo, sígueme.

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La Vigilia Pascual es la noche por excelencia, y el Papa Francisco en la de este año invitó a romper con la rutina y tomar parte en el “anuncio de vida” que es la resurrección.

“Celebrar la Pascua, es volver a creer que Dios irrumpe y no deja de irrumpir en nuestras historias desafiando nuestros ‘conformantes’ y paralizadores determinismos. Celebrar la Pascua es dejar que Jesús venza esa pusilánime actitud que tantas veces nos rodea e intenta sepultar todo tipo de esperanza”, aseguró.

Por ello animó a “romper las rutinas, renovar nuestra vida, nuestras opciones y nuestra existencia”.

La celebración comenzó a las 20.30 horas de Roma. Como siempre, inició con el rito del lucernario y del fuego, que fue bendecido por el Papa. De este último se encendió el cirio pascual que presidirá todas las celebraciones de este tiempo litúrgico.

Después se cantó el Pregón Pascual y se dio paso a la liturgia de la Palabra, en la que se proclamaron siete lecturas con sus respectivos salmos responsoriales.

Tras la proclamación del Evangelio, el Pontífice tomó la palabra y comenzó su homilía. Lo primero que hizo fue hablar de la reacción de los discípulos cuando Jesús fue apresado y crucificado: “durante las horas difíciles y dolorosas de la Pasión, los discípulos experimentaron de forma dramática su incapacidad de ‘jugársela’ y de hablar en favor del Maestro. Es más, no lo conocían, se escondieron, se escaparon, callaron”.

En este sentido, explicó que se trata del discípulo “enmudecido ante una realidad que se le impone haciéndole sentir, y lo que es peor, creer que nada puede hacerse para revertir tantas injusticias que viven en su carne nuestros hermanos”. Pero también es el discípulo “atolondrado” por” estar inmerso en una rutina aplastante que le roba la memoria, silencia la esperanza”.

Ya sobre la resurrección, manifestó que “la tumba vacía quiere desafiar, movilizar, cuestionar, pero especialmente quiere animarnos a creer y a confiar que Dios «acontece» en cualquier situación, en cualquier persona, y que su luz puede llegar a los rincones menos esperados y más cerrados de la existencia”.

“Resucitó de la muerte, resucitó del lugar del que nadie esperaba nada y nos espera —al igual que a las mujeres— para hacernos tomar parte de su obra salvadora”.

Y por ello invitó a tomar parte del anuncio de la resurrección porque “este sostiene nuestra esperanza y la transforma en gestos concretos de caridad”.  “Él resucitó y con él resucita nuestra esperanza y creatividad para enfrentar los problemas presentes, porque sabemos que no vamos solos”.

“¡Cuánto necesitamos dejar que nuestra fragilidad sea ungida por esta experiencia, cuánto necesitamos que nuestra fe sea renovada, cuánto necesitamos que nuestros miopes horizontes se vean cuestionados y renovados por este anuncio!”, reconoció.

Antes de continuar con la ceremonia, Francisco preguntó: “¿Queremos tomar parte de este anuncio de vida o seguiremos enmudecidos ante los acontecimientos?”.

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Dos enfrentamientos entre delincuentes y policías en las ciudades de Acapaculpo y Reynosa, en México, dejaron tres fallecidos en medio de las celebraciones de Viernes Santo, provocando la cancelación de todas las actividades.

El viernes 30 de marzo en la ciudad de Acapulco, estado de Guerrero, el robo de un automóvil de la marca Ford durante el Vía Crucis, que convocó a unas 7 mil personas, desató una balacera entre una banda de criminales y la policía mexicana.

Según indican los medios locales, los malhechores abandonaron el vehículo y huyeron. Durante el altercado dos de los ladrones perdieron la vida: uno debido a un paro cardíaco y el otro a causa de los impactos de bala.

Por otro lado, en Reynosa, en el estado de Tamaulipas, un enfrentamiento entre militares y sujetos armados dejó sin vida a un presunto delincuente.

No se informó de ningún herido entre los participantes de ninguna de las procesiones de Viernes Santo.

Hasta el momento la Iglesia en México no ha emitido ningún comunicado sobre los incidentes.

Etiquetas: México, Policía, Delincuencia, Enfrentamientos, tiroteo, balacera

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Para el 1 de abril, Domingo de Resurrección, el Arzobispo de Barranquilla (Colombia), Mons. Pablo Emiro Salas Anteliz, concederá indulgencia plenaria a quienes participen de la Misa que presidirá a las 10 a.m. en la Catedral Metropolitana María Reina.

Para obtener la indulgencia plenaria es necesario: la exclusión de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso venial; confesión sacramental; comunión eucarística; y oración por las intenciones del Papa.

El Arzobispo hizo la invitación durante la celebración litúrgica del Viernes Santo en la Catedral.

Apoyo a víctimas de la violencia

Ese día, viernes 30 de marzo, Mons. Salas aseguró durante la liturgia que “con la cruz Jesús se une a las familias que se encuentran en dificultad” y son víctimas de la violencia, desplazamiento, injusticia social, migraciones, crisis políticas y económicas.

“Nosotros lloramos, sufrimos y exigimos justicia con quienes padecen cada día. No hay cruz en la vida humana que el Señor no comparta con nosotros”, expresó.

En ese sentido, el Arzobispo invitó a brindar el apoyo necesario a quenes viven momentos de dificultad. 

Al término de la liturgia, Mons. Salas recorrió las calles aledañas para la procesión de Viernes Santo con la imagen del Santo Sepulcro, la Dolorosa y la Santa Cruz. 

Finalmente, según precisa la Arquidiócesis de Baranquilla, “se vivió el Sermón de las 7 Palabras donde el Prelado insistió en que cargar la Cruz, contemplar la Cruz, besar la Cruz, es tomar la decisión de amar, de ser solidarios, comprometidos, de estar del lado del que sufre, del que tiene problemas, en lugar de huir, de retroceder”. 

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Las diócesis de todo Estados Unidos darán la bienvenida a más de 30 mil nuevos católicos en la liturgia de la Vigilia Pascual de este 31 de marzo, así lo confirmó la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés).

 “Si bien las personas pueden convertirse al catolicismo en cualquier época del año, la Vigilia Pascual es un momento particularmente apropiado para que los catecúmenos adultos sean bautizados y para que los cristianos ya bautizados sean recibidos en plena comunión con la Iglesia Católica”, sostuvo la USCCB en un comunicado emitido el 28 de marzo.

Los obispos indicaron que aproximadamente 85 de las casi 200 diócesis de todo el país informaron sobre su número de catecúmenos y candidatos a la plena comunión con la Iglesia y se espera “que más de 30.000 personas sean bienvenidas” el día sábado.

“Por ejemplo, la Arquidiócesis de Los Ángeles, la diócesis más grande de los Estados Unidos, recibirá 1.700 catecúmenos y 1.127 candidatos”, indicaron los obispos.

Asimismo, indicaron que entre esos candidatos estará la catecúmena Tina Robinson, quien fue criada en una iglesia bautista.

“Tina eventualmente comenzó a asistir a una iglesia no confesional. Después de casarse con una persona criada católica, ella oró a Dios para ser guiada. Unos días más tarde, Tina recibió una invitación para asistir a la Parroquia de San Bernardo en la puerta de su casa. ‘Esa fue mi vocación’, dijo Tina”.

Así como el caso de Tina, se suman miles de personas con profundas historias de conversión.

Por su parte, la Arquidiócesis de San Francisco recibirá a 173 catecúmenos y 169 candidatos. La Diócesis de San Diego recibirá a un total de 1.091 catecúmenos y candidatos. 

“Entre ellos estará Tina Wok, que había sido miembro nominal de una religión no cristiana, y Kent Iglehart, quien también se está preparando para ingresar a la Iglesia Católica después de que su esposa, Jacqueline, inspiró su conversión”, narró la USCCB.

Los catecúmenos, que nunca han sido bautizados, recibirán el Bautismo, la Confirmación y la Primera Comunión en la Vigilia de Pascua del Sábado Santo. Los candidatos, que ya han sido bautizados en otra tradición cristiana, ingresarán a la Iglesia a través de una profesión de fe y recepción de la Confirmación y la Eucaristía.

La Arquidiócesis de Nueva York dará la bienvenida a 400 catecúmenos y 468 candidatos, mientras que la Arquidiócesis de Galveston-Houston dará la bienvenida a 1,536 catecúmenos y 618 candidatos. 

Para conocer las cifras de las demás arquidiócesis y diócesis de Estados Unidos ingrese AQUÍ.

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Miles de personas participaron este Viernes Santo del tradicional Viacrucis en Buenos Aires (Argentina), en la que su Arzobispo, Cardenal Mario Aurelio Poli, cargó la cruz y llamó a “caminar juntos como hermanos” y a “trabajar por una cultura de vida”.

La recreación de la vía dolorosa de Jesucristo, a la que el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio asistía mezclado entre los fieles, se inició en la intersección de la avenida de Mayo y la calle Bernardo de Irigoyen, y las 14 estaciones fueron rezadas a lo largo de la Avenida de Mayo.

“La cruz nos recuerda el sacrificio del amor de Jesús. Pero no seguimos a un Dios muerto, seguimos un amor de la vida. La cruz nos dice que no le tengamos miedo a la muerte, que sigamos apostando por la vida”, sostuvo el Cardenal Poli en su reflexión en la Plaza de Mayo, antes de ingresar a la catedral metropolitana.

El Purpurado destacó la diversidad de “raíces” en la Argentina y destacó que “desde los primeros que nos dieron la nacionalidad, nos dieron una cultura de la vida”, incluidos nuestros congresales, en Tucumán, mirando la cruz, al garantizarnos la independencia.

“Pero, ¡cómo nos cuesta a los argentinos perseverar en la cultura de la vida! Sin embargo, mirando a Jesús en la cruz, al Señor de la vida, hoy nos dice ‘no bajen los brazos’, no tengan miedo a la muerte, sigan caminando”, añadió. 

Además, recordó que la Argentina siempre fue “generosa con los inmigrantes”.

“Siempre estuvo con los brazos abiertos”, afirmó y preguntó: “¿Cómo retomar la vocación samaritana de la Argentina?”. “Mirando la cruz”, respondió. 

Y pidió que el Señor nos anime a seguir caminando, a trabajar por una “cultura de la vida”. 

“Que cada uno se comprometa ante el Cristo para que nuestra Argentina sea más samaritana y que la vida sea el cantico de los argentinos. Qué el señor nos conceda trabajar para nuestros hermanos, ser para los demás, y tener los sentimientos de este Dios que no fue insensible, que subió a la cruz para demostrarnos cuanto amor nos tenía”, rogó. 

Finalmente, concluyó: “Estamos orgullosos de tener cristos en todos lados porque nos recuerda la puerta abierta al Cielo, a toda generosidad, a toda bondad para que siempre tengamos abierta la puerta del corazón”. 

El Arzobispo estaba acompañado en el estrado por los obispos auxiliares Mons. Enrique Eguía Seguí y Mons. José María Baliña. 

Presidieron la procesión una imagen de la Virgen Dolorosa, realizada en 1870; un estandarte de la Beata María Antonia de Paz y Figueroa (Mama Antula); la cruz de madera llevada por el Cardenal Poli; junto la Cruz de Génova y una imagen de Jesús Nazareno. 

Según explicó monseñor Eguía Seguí a la agencia AICA, la presencia de la imagen del Nazareno “recupera una tradición de los años 1700”.

Esta imagen, que estaba en la Santa Casa de Ejercicios Espirituales ubicada en la avenida Independencia, “no se sacaba desde hace más de sesenta años”, explicó.

“Por impulso de la Beata Mama Antula, se colocaba en la Plaza de Mayo desde el Lunes Santo hasta el Domingo de Resurrección”, relató y destacó la importancia de que este año se hayan reincorporado en la procesión la imagen nazarena y la cruz genovesa. 

Al llegar a la Plaza de Mayo, luego de la reflexión del Cardenal Poli sobre un escenario, una imagen del Cristo yacente, flanqueado de antorchas encendidas, fue entrado a la Catedral, donde fue colocado, para ser besado y tocado por quienes quisieran. 

La catedral se llenó de gente rezando. Varios sacerdotes impartían el sacramento del perdón en los confesionarios y otros hablaban brevemente con fieles que hacían cola y les daban una bendición con agua bendita.

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REDACCION CENTRAL, 31 Mar. 18 (ACI Prensa).- La celebración de la Vigilia Pascual en la noche del Sábado Santo, es la más importante de todas las celebraciones cristianas, porque conmemora la resurrección de Jesucristo.  

La Vigilia, que significa pasar “una noche en vela”, cobra un sentido especial en la víspera pascual porque recuerda el pasaje bíblico (Mc 16:01) en el que un grupo de mujeres llegan al sepulcro para terminar de embalsamar a Jesús, pero no encuentran su cuerpo. Luego, un ángel se aparece y les dice: “¿Buscan a Jesús el Nazareno? No está aquí. Ha resucitado. Decidles a sus discípulos que vayan a Galilea y allí lo verán” (Mt 28, 6).

En la Vigilia Pascual se celebra la Resurrección que está adornada por el cumplimiento de todas las profecías y la recuperación vital de la vida de Jesús para no morir jamás, indicó en diálogo con ACI Prensa el P. Donato Jiménez. 

 

“Esta resurrección es la que nos enseña a nosotros, más claramente que nada, el cumplimiento de las palabras de Jesús en nuestra vida. Así como Jesucristo murió y al tercer día resucitó, así el cristiano que muere en Cristo también resucitará al fin de los tiempos.”, indicó el sacerdote.

Al inicio de la vigilia, luego de encenderse el cirio y proclamarse la Resurrección, se recita el “Pregón Pascual”.

En él se relata brevemente la historia de la salvación desde la creación, la prueba y caída de Adán, la espera y liberación del pueblo de Israel, hasta la entrega de Jesucristo, quien murió por nuestros pecados y nos lleva a la salvación.

 

El Pregón está dirigido a toda la humanidad pero especialmente para los cristianos. San Agustín nos invita a recordarlo constantemente porque es un mensaje de esperanza y nos transmite la victoria de la luz sobre la oscuridad.

Luego de las lecturas, continúa la Liturgia Bautismal o, por lo menos, la bendición del agua y la renovación de las promesas bautismales.

Finalmente, en la celebración eucarística se entonan los cantos del aleluya y se grita de júbilo. Se vive un ambiente festivo y de alabanza porque se cumplieron las promesas de Dios, especialmente, por haber restaurado su amistad con la humanidad y otorgar la salvación.

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— ACI Prensa (@aciprensa) 12 de abril de 2017

 

REDACCION CENTRAL, 31 Mar. 18 (ACI Prensa).- En el Sábado Santo celebramos la frase que recitamos en el Credo “Descendió a los Infiernos”, es un día de reflexión y acompañamiento a la Madre de Dios que está a la espera de la resurrección del Hijo.

En su designio de salvación, Dios dispuso que Cristo no solamente “muriese por nuestros pecados” (1 Co 15, 3), sino también que conociera el estado de muerte, el estado de separación entre alma y cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que expiró en la Cruz y el momento en que resucitó. Ese momento se revive cada Sábado Santo.

Se conoce por las Sagradas Escrituras y la Tradición que Jesús bajó al “Seol” o infierno, donde permanecían las almas de todos los muertos.

En aquel lugar estaban todos los santos y justos que perecieron antes de la muerte de Jesucristo y no tenían cómo llegar al cielo: los patriarcas, los profetas, los reyes, San José, entre otros.

Según la Tradición de la Iglesia, cuando Jesús muere, desciende al infierno y lleva consigo al cielo a todos los que creyeron.

En resumen, el Sábado Santo es una fecha distinta al Jueves y Viernes Santos porque no ocurrieron acontecimientos visibles en la tierra.

Debido que Jesús “ha muerto” se debe guardar silencio en ese día, semejante al duelo cuando perdemos a un ser querido. También es tiempo de espera de la Resurrección de Cristo durante la primera parte del día.

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REDACCIÓN CENTRAL, 31 Mar. 18 (ACI Prensa).- Hoy se lleva  a cabo la celebración del Sábado Santo, la Iglesia Católica medita la pasión y muerte del Señor, así como su descenso a los infiernos, y espera en oración su resurrección, se realiza además la Vigilia Pascual que concluye con la Liturgia Eucarística.

[Puede ver: ¿Qué significa que Jesús descendió a los infiernos?]

Durante este día se le da especial atención a la Santísima Virgen María acompañandola en su soledad que vela junto a la tumba de su amado Hijo.

Durante la Vigilia Pascual se realiza tres actos importantes que inicia con la Celebración del fuego en donde el sacerdote bendice el fuego y enciende el cirio pascual. En este acto se entona el Pregón Pascual que es un poema escrito alrededor del año 300 que proclama que Jesús es el fuego nuevo.

Se da también la liturgia de la Palabra donde se leen siete lecturas, desde la Creación hasta la Resurrección, siendo la lectura del líbro del Éxodo la más importante que narra el paso de los israelitas por el Mar Rojo cuando huían de las tropas egipcias siendo así salvados por Dios, de la misma manera recuerda que Dios esta noche nos salva por su Hijo.

El tercer acto es cuando la Iglesia entera renueva sus promesas bautismales renunciando a Satanás a sus seducciones y a sus obras, se bendice la pila bautismal o un recipiente en representación y se recita la letanía de los Santos que nos une en oración con la Iglesia militante y triunfante.

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REDACCIÓN CENTRAL, 31 Mar. 18 (ACI Prensa).- Hoy es Sábado Santo y es un día de espera. Jesús se encuentra en el sepulcro y es María quien acompaña a la Iglesia.

María es la madre de la paciente espera, aunque está dolida por la  muerte de su hijo. Ella fue la única que mantuvo viva la llama de la fe cuando Cristo fue sepultado.

Según el P. Paniagua en una reflexión sobre el Sábado Santo, muchos de los seguidores de Jesús se desilusionaron porque creían que él iba a ser el Gran Mesías de Israel.

Ellos esperaban a un guerrero que los liberara del dominio romano con puño de hierro y un ejército numeroso. Sin embargo, cuando vieron que Cristo se dejó crucificar y murió, quedaron tristes y desilusionados. “Jesús fracasó, volvamos a nuestras tareas ordinarias”, dijeron los discípulos de Emaús. También  los apóstoles estaban con miedo, y se mantenían escondidos.

Incluso las mujeres que estuvieron al pie de la Cruz, van a embalsamar el cuerpo del Señor porque ya lo consideran como a un muerto. Ellas no habían creído en la resurrección de Cristo, y cuando encontraron el sepulcro vacío se llenaron de terror. Y no entienden por qué no está el cuerpo de Jesús y comienzan a dudar de lo que él les había dicho sobre la resurrección. Al aparecerse el ángel , una de ellas le pregunta : ¿ Adónde se han llevado al Señor? Sólo cuando Cristo se les aparece, creen.

María, en cambio, no fue al sepulcro porque había acogido la palabra de Dios en su corazón. Y por ser una mujer de fe profunda, había creído. Por lo tanto, ella no estaba desilusionada, ni asustada, ni desconfiaba. Sino que espera plenamente en la resurrección de su hijo.

Pese de haber visto todo el dolor del día anterior, su fe y su esperanza son mucho más grandes aún. Se mantuvo firme al pie de la cruz, aunque profundamente dolida. En esos momentos lo único que la sostuvo fue la fe. Y también la esperanza de que se cumplirían las promesas de Dios.

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Sábado Santo Vigilia Pascual Pregón Pascual El Cirio Pascual Especial de Semana Santa

La celebración de la Vigilia Pascual en la noche del Sábado Santo, es la más importante de todas las celebraciones cristianas, porque conmemora la resurrección de Jesucristo.  

La Vigilia, que significa pasar “una noche en vela”, cobra un sentido especial en la víspera pascual porque recuerda el pasaje bíblico (Mc 16:01) en el que un grupo de mujeres llegan al sepulcro para terminar de embalsamar a Jesús, pero no encuentran su cuerpo. Luego, un ángel se aparece y les dice: “¿Buscan a Jesús el Nazareno? No está aquí. Ha resucitado. Decidles a sus discípulos que vayan a Galilea y allí lo verán” (Mt 28, 6).

En la Vigilia Pascual se celebra la Resurrección que está adornada por el cumplimiento de todas las profecías y la recuperación vital de la vida de Jesús para no morir jamás, indicó en diálogo con ACI Prensa el P. Donato Jiménez. 

“Esta resurrección es la que nos enseña a nosotros, más claramente que nada, el cumplimiento de las palabras de Jesús en nuestra vida. Así como Jesucristo murió y al tercer día resucitó, así el cristiano que muere en Cristo también resucitará al fin de los tiempos.”, indicó el sacerdote.

Al inicio de la vigilia, luego de encenderse el cirio y proclamarse la Resurrección, se recita el “Pregón Pascual”.

En él se relata brevemente la historia de la salvación desde la creación, la prueba y caída de Adán, la espera y liberación del pueblo de Israel, hasta la entrega de Jesucristo, quien murió por nuestros pecados y nos lleva a la salvación.

El Pregón está dirigido a toda la humanidad pero especialmente para los cristianos. San Agustín nos invita a recordarlo constantemente porque es un mensaje de esperanza y nos transmite la victoria de la luz sobre la oscuridad.

Luego de las lecturas, continúa la Liturgia Bautismal o, por lo menos, la bendición del agua y la renovación de las promesas bautismales.

Finalmente, en la celebración eucarística se entonan los cantos del aleluya y se grita de júbilo. Se vive un ambiente festivo y de alabanza porque se cumplieron las promesas de Dios, especialmente, por haber restaurado su amistad con la humanidad y otorgar la salvación.

No te pierdas nuestro especial de Pascua

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En el Sábado Santo celebramos la frase que recitamos en el Credo “Descendió a los Infiernos”, es un día de reflexión y acompañamiento a la Madre de Dios que está a la espera de la resurrección del Hijo.

En su designio de salvación, Dios dispuso que Cristo no solamente “muriese por nuestros pecados” (1 Co 15, 3), sino también que conociera el estado de muerte, el estado de separación entre alma y cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que expiró en la Cruz y el momento en que resucitó. Ese momento se revive cada Sábado Santo.

Se conoce por las Sagradas Escrituras y la Tradición que Jesús bajó al “Seol” o infierno, donde permanecían las almas de todos los muertos.

En aquel lugar estaban todos los santos y justos que perecieron antes de la muerte de Jesucristo y no tenían cómo llegar al cielo: los patriarcas, los profetas, los reyes, San José, entre otros.

Según la Tradición de la Iglesia, cuando Jesús muere, desciende al infierno y lleva consigo al cielo a todos los que creyeron.

En resumen, el Sábado Santo es una fecha distinta al Jueves y Viernes Santos porque no ocurrieron acontecimientos visibles en la tierra.

Debido que Jesús “ha muerto” se debe guardar silencio en ese día, semejante al duelo cuando perdemos a un ser querido. También es tiempo de espera de la Resurrección de Cristo durante la primera parte del día.

No te pierdas nuestro especial de Semana Santa.

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Hoy se lleva  a cabo la celebración del Sábado Santo, la Iglesia Católica medita la pasión y muerte del Señor, así como su descenso a los infiernos, y espera en oración su resurrección, se realiza además la Vigilia Pascual que concluye con la Liturgia Eucarística.

[Puede ver: ¿Qué significa que Jesús descendió a los infiernos?]

Durante este día se le da especial atención a la Santísima Virgen María acompañandola en su soledad que vela junto a la tumba de su amado Hijo.

Durante la Vigilia Pascual se realiza tres actos importantes que inicia con la Celebración del fuego en donde el sacerdote bendice el fuego y enciende el cirio pascual. En este acto se entona el Pregón Pascual que es un poema escrito alrededor del año 300 que proclama que Jesús es el fuego nuevo.

Se da también la liturgia de la Palabra donde se leen siete lecturas, desde la Creación hasta la Resurrección, siendo la lectura del líbro del Éxodo la más importante que narra el paso de los israelitas por el Mar Rojo cuando huían de las tropas egipcias siendo así salvados por Dios, de la misma manera recuerda que Dios esta noche nos salva por su Hijo.

El tercer acto es cuando la Iglesia entera renueva sus promesas bautismales renunciando a Satanás a sus seducciones y a sus obras, se bendice la pila bautismal o un recipiente en representación y se recita la letanía de los Santos que nos une en oración con la Iglesia militante y triunfante.

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Hoy es Sábado Santo y es un día de espera. Jesús se encuentra en el sepulcro y es María quien acompaña a la Iglesia.

María es la madre de la paciente espera, aunque está dolida por la  muerte de su hijo. Ella fue la única que mantuvo viva la llama de la fe cuando Cristo fue sepultado.

Según el P. Paniagua en una reflexión sobre el Sábado Santo, muchos de los seguidores de Jesús se desilusionaron porque creían que él iba a ser el Gran Mesías de Israel.

Ellos esperaban a un guerrero que los liberara del dominio romano con puño de hierro y un ejército numeroso. Sin embargo, cuando vieron que Cristo se dejó crucificar y murió, quedaron tristes y desilusionados. “Jesús fracasó, volvamos a nuestras tareas ordinarias”, dijeron los discípulos de Emaús. También  los apóstoles estaban con miedo, y se mantenían escondidos.

Incluso las mujeres que estuvieron al pie de la Cruz, van a embalsamar el cuerpo del Señor porque ya lo consideran como a un muerto. Ellas no habían creído en la resurrección de Cristo, y cuando encontraron el sepulcro vacío se llenaron de terror. Y no entienden por qué no está el cuerpo de Jesús y comienzan a dudar de lo que él les había dicho sobre la resurrección. Al aparecerse el ángel , una de ellas le pregunta : ¿ Adónde se han llevado al Señor? Sólo cuando Cristo se les aparece, creen.

María, en cambio, no fue al sepulcro porque había acogido la palabra de Dios en su corazón. Y por ser una mujer de fe profunda, había creído. Por lo tanto, ella no estaba desilusionada, ni asustada, ni desconfiaba. Sino que espera plenamente en la resurrección de su hijo.

Pese de haber visto todo el dolor del día anterior, su fe y su esperanza son mucho más grandes aún. Se mantuvo firme al pie de la cruz, aunque profundamente dolida. En esos momentos lo único que la sostuvo fue la fe. Y también la esperanza de que se cumplirían las promesas de Dios.

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Etiquetas: Semana Santa, Sábado Santo

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El próximo 8 de abril, Segundo Domingo de Pascua, la Iglesia celebrará la Fiesta de la Divina Misericordia, la cual tiene como objetivo principal hacer llegar a los corazones de las personas el mensaje de que Dios es Misericordioso y ama a todos: "y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia" (Diario, 723).

A pocos días de esta gran festividad, aquí una novena en su honor:

Etiquetas: Santos, Divina Misericordia, Novenas

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ROMA, 30 Mar. 18 (ACI Prensa).- El Papa Copto Ortodoxo Tawadros II envió un saludo al Papa Francisco por la celebración católica de la Pascua.

“¡Cristo ha Resucitado, verdaderamente ha Resucitado! Le deseo Feliz Pascua”, expresó Tawadros II, en un videomensaje realizado por la agencia SIR.

La Pascua, dijo, “es la fiesta en la que nos alegramos porque Jesucristo ha resucitado y ha vencido la muerte y después de derrotar la muerte ha convertido la Cruz, en Cruz de la Vida y salvación para toda la humanidad”.

Las Iglesias ortodoxas, que siguen el calendario juliano, a diferencia del gregoriano usado por la Iglesia Católica, celebrará la Pascua una semana después, el 8 de abril.

El Papa Tawadros II expresó además su deseo de que el Señor bendiga el servicio del Papa Francisco, así como “su misión, su salud y le conceda una larga vida”.

El Papa Copto Ortodoxo Tawadros II envió un saludo al Papa Francisco por la celebración católica de la Pascua.

“¡Cristo ha Resucitado, verdaderamente ha Resucitado! Le deseo Feliz Pascua”, expresó Tawadros II, en un videomensaje realizado por la agencia SIR.

La Pascua, dijo, “es la fiesta en la que nos alegramos porque Jesucristo ha resucitado y ha vencido la muerte y después de derrotar la muerte ha convertido la Cruz, en Cruz de la Vida y salvación para toda la humanidad”.

Las Iglesias ortodoxas, que siguen el calendario juliano, a diferencia del gregoriano usado por la Iglesia Católica, celebrará la Pascua una semana después, el 8 de abril.

El Papa Tawadros II expresó además su deseo de que el Señor bendiga el servicio del Papa Francisco, así como “su misión, su salud y le conceda una larga vida”.

Etiquetas: ortodoxos, Semana Santa, Papa Francisco, Pascua, ortodoxos coptos, Tawadros II

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REDACCIÓN CENTRAL, 30 Mar. 18 (ACI Prensa).- Jesús en la cruz estuvo acompañado por su madre la Virgen María, unas cuantas mujeres y el más joven de los doce apóstoles, Juan. Así, en medio del peligro que corrían los discípulos del Señor, el más valiente no fue el de mayor edad o el más preparado, sino un simple muchacho.

En ese sentido, aquí presentamos algunas reflexiones sobre el rol de la juventud y de María al pie de la cruz.

“Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego, dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa” (Jn. 19, 26-27).

Juan es conocido como “el discípulo amado de Jesús” y el único de los apóstoles que no murió martirizado. Tenía tanta confianza con Jesús que en la última cena reclinó su cabeza sobre el pecho del maestro, y el Señor no dudó en dejarlo al cuidado de su Madre.

En la figura del evangelista Juan se puede ver el cariño especial que Jesús tiene por la juventud. No la ahuyenta, ni la juzga, ni la menosprecia, sino que se muestra cercano y confía en ella para darle a la Iglesia algo preciado que tiene, su mamá.

La juventud es la porción más importante de la Iglesia y representa la esperanza del cristianismo, porque son los jóvenes los que tendrán la misión de anunciar el Evangelio con María en el futuro.

Uno de los que entendió este mensaje fue San Juan Bosco, padre y maestro de la juventud, quien solía decir: “De la sana educación de la juventud, depende la felicidad de las naciones”.

En este sentido, San Juan XIII escribió en su encíclica Pacem in Terris (153): “Es, por tanto, del todo indispensable que la formación de la juventud sea integral, continua y pedagógicamente adecuada, para que la cultura religiosa y la formación del sentido moral vayan a la par con el conocimiento científico y con el incesante progreso de la técnica”.

Esta predilección por los jóvenes fue también asumida por San Juan Pablo II, quien creó las Jornadas Mundiales de la Juventud y en el Jubileo de los Jóvenes de 1984. “Dejad queridísimos jóvenes que Cristo se ponga a vuestro lado con la palabra de su Evangelio y la energía vital de sus sacramentos”, les dijo.

Y añadió: “Si tenéis el coraje de abrirle las puertas del corazón y acogerlo en la vida, descubriréis en Él el gozo de la verdadera libertad”.

Por lo tanto, la juventud ha jugado y sigue jugando un rol importante en la “cruz” de la vida y de la sociedad y para la creación de nuevas familias cristianas. Aquí la razón del porqué el Papa Francisco también ha alzado su voz para defenderlos de la exclusión.

“Queridos jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, nos perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor”, señaló el Pontífice en el Vía Crucis de la JMJ Rio 2013.

Más adelante, en la vigilia de la JMJ de Cracovia 2016, el Pontífice los exhortó a no caer en la tentación de la comodidad, pues el Señor los llama a dejar huella.

“Jesús no es el Señor del confort, de la seguridad y de la comodidad. Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes, capaces de contagiar alegría, esa alegría que nace del amor de Dios, la alegría que deja en tu corazón cada gesto, cada actitud de misericordia”, afirmó.

Como un gesto de caridad cristiana, la Diócesis de Cúcuta (Colombia), entregó a la Iglesia en Venezuela unas 250 mil hostias para que en Semana Santa pueda “celebrar los misterios centrales de la fe cristiana”.

La grave crisis que sufre Venezuela ha afectado también la vida de la Iglesia local y la escasez de hostias “no han sido la excepción”, indicó la diócesis colombiana.

Por ello, afirmó, “en ejercicio de la caridad de Cristo en la frontera, Monseñor Víctor Manuel Ochoa, Obispo de la Diócesis de Cúcuta, ha entregado a las diócesis de la zona de frontera colombo venezolana la materia para la celebración de la Santa Misa”.

La entrega la madrugada del miércoles 28 de marzo en el puente internacional Simón Bolívar.

Esta no es la primera vez “que la Diócesis de Cúcuta dona a la hermana Iglesia Católica venezolana estos elementos fundamentales para llevar a cabo la Eucaristía, ya que es importante atender también las necesidades que aqueja a la fe como consecuencia de este tiempo de crisis fronteriza”, señaló en su comunicado.

Ya en agosto de 2015 se había informado que la crisis económica había ocasionado que la producción de hostias en tres estados venezolanos cayese en 60%.

Así, en declaraciones difundidas este 28 de marzo por RCN Radio, la hermana Pilar Rivas, de la Casa Madre Siervas de Jesús, que elabora hostias para parroquias de Caracas y del interior del país, indicó que los últimos años han tenido recortar los pedidos debido a la falta de materia prima.

“Los pedidos que han hecho con anticipación, si piden diez mil le damos dos mil porque no nos damos abasto por una demanda muy grande de pedidos (...). A veces tenemos que suspender la fábrica de hostias por la escasez de harina, hemos pasado semanas íntegras sin poder hacer hostias”, señaló.

Incluso, en el estado Mérida “han tenido que dar la comunión con recortes”, es decir partir una hostia en varios pedazos para atender a los fieles.

Ante esto, la hermana Pilar expresó su deseo de que “con la misericordia de Dios y la ayuda de María santísima” la situación del país mejore.

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Jesús en la cruz estuvo acompañado por su madre la Virgen María, unas cuantas mujeres y el más joven de los doce apóstoles, Juan. Así, en medio del peligro que corrían los discípulos del Señor, el más valiente no fue el de mayor edad o el más preparado, sino un simple muchacho.

En ese sentido, aquí presentamos algunas reflexiones sobre el rol de la juventud y de María al pie de la cruz.

“Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego, dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa” (Jn. 19, 26-27).

Juan es conocido como “el discípulo amado de Jesús” y el único de los apóstoles que no murió martirizado. Tenía tanta confianza con Jesús que en la última cena reclinó su cabeza sobre el pecho del maestro, y el Señor no dudó en dejarlo al cuidado de su Madre.

En la figura del evangelista Juan se puede ver el cariño especial que Jesús tiene por la juventud. No la ahuyenta, ni la juzga, ni la menosprecia, sino que se muestra cercano y confía en ella para darle a la Iglesia algo preciado que tiene, su mamá.

La juventud es la porción más importante de la Iglesia y representa la esperanza del cristianismo, porque son los jóvenes los que tendrán la misión de anunciar el Evangelio con María en el futuro.

Uno de los que entendió este mensaje fue San Juan Bosco, padre y maestro de la juventud, quien solía decir: “De la sana educación de la juventud, depende la felicidad de las naciones”.

En este sentido, San Juan XIII escribió en su encíclica Pacem in Terris (153): “Es, por tanto, del todo indispensable que la formación de la juventud sea integral, continua y pedagógicamente adecuada, para que la cultura religiosa y la formación del sentido moral vayan a la par con el conocimiento científico y con el incesante progreso de la técnica”.

Esta predilección por los jóvenes fue también asumida por San Juan Pablo II, quien creó las Jornadas Mundiales de la Juventud y en el Jubileo de los Jóvenes de 1984. “Dejad queridísimos jóvenes que Cristo se ponga a vuestro lado con la palabra de su Evangelio y la energía vital de sus sacramentos”, les dijo.

Y añadió: “Si tenéis el coraje de abrirle las puertas del corazón y acogerlo en la vida, descubriréis en Él el gozo de la verdadera libertad”.

Por lo tanto, la juventud ha jugado y sigue jugando un rol importante en la “cruz” de la vida y de la sociedad y para la creación de nuevas familias cristianas. Aquí la razón del porqué el Papa Francisco también ha alzado su voz para defenderlos de la exclusión.

“Queridos jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, nos perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor”, señaló el Pontífice en el Vía Crucis de la JMJ Rio 2013.

Más adelante, en la vigilia de la JMJ de Cracovia 2016, el Pontífice los exhortó a no caer en la tentación de la comodidad, pues el Señor los llama a dejar huella.

“Jesús no es el Señor del confort, de la seguridad y de la comodidad. Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes, capaces de contagiar alegría, esa alegría que nace del amor de Dios, la alegría que deja en tu corazón cada gesto, cada actitud de misericordia”, afirmó.

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Un hombre destruyó una de las tablas de los Diez Mandamientos que se encontraba en el exterior de la iglesia católica de Our Lady of Victories, en Jersey City, Estados Unidos.

El daño se produjo el 29 de marzo, Jueves Santo.

En un video de vigilancia se puede ver al hombre derribando la tabla de concreto, que quedó partida en pedazos sobre el piso.

La policía está investigando y espera dar pronto con la identidad del agresor.

En declaraciones recogidas por la cadena estadounidense ABC, el P. Michael Gubernat aseguró que “uno no solo va y decide destruir algo, sabes”.

“Es duro porque ha habido graves actos de vandalismo aquí en los últimos dos años”, dijo.

En julio de 2017, un hombre enmascarado derribó una imagen de la Virgen María afuera de la iglesia. La nueva imagen erigida por la iglesia fue dañada en febrero de este año.

El P. Gubernat lamentó que “cuando algo está molestando a alguien, no les importa qué día es. Todos los días es un día para la malicia”.

“La gente no puede estar segura en su propia ciudad, y cuando estás haciendo daño a casas de adoración, todo está en juego”, dijo el sacerdote.

Etiquetas: Estados Unidos, Mandamientos, Iglesia en Estados Unidos, Profanación, 10 Mandamientos

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Tras el Vía Crucis del Viernes Santo presidido por el Papa Francisco en el Coliseo de Roma, donde muchos de los primeros cristianos murieron martirizados, el Santo Padre rezó una larga y emotiva oración dirigida a Jesús “llena de vergüenza, arrepentimiento y esperanza” frente a los 20 mil asistentes.

A continuación, el texto completo de la oración:

Señor Jesús, nuestra mirada está dirigida a ti, llena de vergüenza, de arrepentimiento y de esperanza.

Ante tu amor supremo, la vergüenza nos impregna por haberte dejado sufrir en soledad nuestros pecados:

La vergüenza de haber huido ante la prueba a pesar de haber dicho miles de veces “incluso si todos te abandonan, yo no te abandonaré jamás”.

La vergüenza de haber elegido a Barrabás y no a ti, el poder y no a ti, la apariencia y no a ti, el dinero y no a ti, la mundanidad y no la eternidad.

La vergüenza por haberte tentado con la boca y con el corazón cada vez que nos hemos encontrado ante una prueba, diciéndote: “si tú eres el Mesías, sálvate y creeremos”.

La vergüenza por tantas personas, incluso algunos de tus ministros, que se han dejado engañar por la ambición y por la vana gloria perdiendo su dignidad y su primer amor.

La vergüenza porque nuestras generaciones están dejando a los jóvenes un mundo fracturado por las divisiones y por las guerras; un mundo devorado por el egoísmo donde los jóvenes, los pequeños, los enfermos, los ancianos son marginados.

La vergüenza de haber perdido la vergüenza.

¡Señor Jesús, danos siempre la gracia de la santa vergüenza!

Nuestra mirada está llena también de un arrepentimiento que, delante de tu silencio elocuente, suplica tu misericordia:

Un arrepentimiento que germina ante la certeza de que sólo tú puedes salvarnos del mal, sólo tú puedes cura nuestra lepra de odio, de egoísmo, de soberbia, de codicia, de venganza, de codicia, de idolatría, sólo tú puedes abrazarnos devolviéndonos la dignidad filiar y alegrarte por nuestro regreso a casa, a la vida.

El arrepentimiento que surge de sentir nuestra pequeñez, nuestra nada, nuestra vanidad y que se deja acariciar por su dulce y poderosa invitación a la conversión.

El arrepentimiento de David que, desde el abismo de su miseria, encuentra en ti su única fuerza.

El arrepentimiento que nace de nuestra vergüenza, que nace de la certeza de que nuestro corazón permanecerá siempre inquieto hasta que no te encuentre y encuentre en ti su única fuente de plenitud y de quietud.

El arrepentimiento de Pedro que, cruzando su mirada con la tuya, llora amargamente por haberte negado delante de los hombres.

Señor Jesús, ¡danos siempre la gracia del santo arrepentimiento!

Ante tu suprema majestad se enciende, en la tenebrosidad de nuestra desesperación, la chispa de la esperanza para que sepamos que tu única medida de amarnos es la de amarnos sin medida.

La esperanza de que tu mensaje continúe a inspirar, todavía hoy, a tantas personas y pueblos a que solo el bien puede derrotar el mal y la maldad, sólo el perdón puede derrotar el rencor y la venganza, sólo el abrazo fraterno puede dispersar la hostilidad y el miedo del otro.

La esperanza de que tu sacrificio continúa, todavía hoy, a emanar el perfume del amor divino que acaricia los corazones de tantos jóvenes que continúan consagrándote sus vidas convirtiéndose en ejemplos vivos de caridad y de gratuidad en este mundo devorado por la lógica del beneficio y de la ganancia fácil.

La esperanza de que tantos misioneros y misioneras continúen hoy a desafiar la adormecida conciencia de la humanidad arriesgando sus vidas para servirte en los pobres, en los descartados, en los inmigrantes, en los invisibles, en los explotados, en los hambrientos en los encarcelados.

La esperanza de que tu Iglesia santa, y constituida por pecadores, continúe, incluso hoy, a pesar de todos los intentos de desacreditarla, a ser una luz que ilumine, anime, alivie y testimonie tu amor ilimitado por la humanidad, un modelo de altruismo, un arca de salvación y una fuente de certeza y de verdad.

La esperanza de que, de tu cruz, fruto de la codicia y de la cobardía de tantos doctores de la Ley y de los hipócritas, surja la Resurrección transformando las tinieblas de la tumba en el resplandor del alba del Domingo sin atardecer, enseñándonos que tu amor es nuestra esperanza.

Señor Jesús, ¡danos siempre la gracia de la santa esperanza!

Ayúdanos, Hijo del Hombre, a despojarnos de la arrogancia del ladrón puesto a tu izquierda, y de los miopes y de los corruptos que han visto en ti una oportunidad de explotar, un condenado al que criticar, un derrotado del que burlarse, otra ocasión para atribuir a los demás, e incluso a Dios, las propias culpas.

Te pedimos, en cambio, Hijo de Dios, que nos identifiquemos con el buen ladrón que te miró con ojos llenos de vergüenza, de arrepentimiento y de esperanza; que con ojos de fe vio en tu aparente derrota la victoria divina, y así, arrodillados delante de tu misericordia, y con honestidad, ganó el paraíso. Amén.

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Un joven de 17 años, acusado de quemar y profanar el interior de una iglesia católica en Inglaterra, fue detenido por las autoridades británicas.

Según informó el 30 de marzo la Policía de Norfolk, al este de Reino Unido, arrestaron “a un joven en conexión con un incidente de incendio premeditado, que ocurrió esta semana”.

“El joven de 17 años, de la zona de Great Yarmouth, fue arrestado anoche, bajo sospecha de daño criminal”.

De acuerdo a las autoridades, el menor habría ingresado a la iglesia católica de St. Mary, en Regent Road, Great Yarmouth, la noche del martes 27 de marzo.

Al interior de la iglesia, el joven intentó comenzar un incendio y dejó una imagen del diablo.

“Dos pequeños fuegos fueron encontrados dentro de la iglesia aproximadamente a las 10:00 p.m. y fueron extinguidos rápidamente. Un poster mostrando al diablo también se dejó en la escena”, indicó la policía.

“El joven permanece bajo custodia para ser interrogado por las autoridades luego”.

En declaraciones recogidas en el sitio web de la Diócesis de East Anglia, el párroco de la iglesia de St. Mary, P. Anthony Nwankwo, dijo que quedó “impactado y entristecido cuando descubrí lo que había pasado. Cuando miré al altar y vi esta figura de algo satánico”.

“Mi pensamiento inmediato fue conseguir algo de agua bendita y usarla con oración para anular lo que la persona había hecho”.

El sacerdote aseguró que “es un claro ataque contra la Iglesia y nuestra religión que no es aceptable. Si a la gente no le gusta lo que hacemos aquí pueden simplemente mantenerse lejos”.

Nuestra iglesia y santuario ha sido profanado”, dijo el sacerdote, que aseguró que “no cerraremos la iglesia pero para usar el altar y el santuario necesitamos realizar un servicio para reconsagrar el área”.

“Como parte de eso, también pediremos el perdón para la persona que hizo esto”, dijo el P. Nwankwo.

Por su parte, Mons. Alan Hopes, Obispo de East Anglia, a la cual pertenece la parroquia, dijo que “estoy muy entristecido por lo que ha ocurrido, especialmente en Semana Santa, que es la semana más importante en el año para la Iglesia”.

“Espero que no sea un crimen de odio, pero quien sea que hizo esto necesita saber que ya ha sido perdonado, porque eso es parte de quiénes somos como cristianos, pero rezamos para que esto no pase de nuevo”.

“Pase lo que pase, nuestras iglesias deberían permanecer abiertas, porque son lugares donde la gente puede encontrar santuario y la presencia de Dios, un lugar donde rezar y llevar sus preocupaciones a Dios”, expresó el obispo.

El agente de policía Lewis Gilmore aseguró que “estamos tratando esto muy seriamente, y está siendo investigado como un incidente de odio”.

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El Papa Francisco presidió, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, la celebración de la Pasión del Señor de este Viernes Santo 30 de marzo.

En una Basílica completamente desprovista de ornamento e iluminada por una luz suave en consonancia con la sobriedad de la ceremonia, en la que no se celebró la Eucaristía, el Santo Padre, vestido de púrpura en recuerdo de la sangre de Cristo derramada en la Cruz, al igual que los demás celebrantes, se postró en el suelo, delante del altar, para orar durante unos minutos.

Tras esos minutos de silenciosa oración, acompañado de todos los fieles arrodillados presentes en San Pedro, el Pontífice se puso de nuevo en pie para comenzar con la proclamación de la liturgia de la Palabra.

Además de la oración del Papa ante el altar, un momento de especial emotividad espiritual fue el descubrimiento y adoración de la Cruz aclamada tres veces con las palabras “Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. ¡Venid a adorarlo!”.
El predicador de la Casa Pontificia, P. Rainiero Cantalamessa, pronunció la homilía, al igual que en ocasiones anteriores. En esta ocasión reflexionó sobre el testimonio de los que presenciaron la crucifixión.

“Cristo en la cruz era el nuevo templo de Dios, de cuyo costado, como había predicho el profeta Ezequiel, brota el agua de la vida”, señaló.

Pero, se preguntó, “¿por qué, esta ilimitada concentración de significado en la cruz de Cristo? ¿Por qué esta omnipresencia del Crucificado en nuestras iglesias, en los altares y en cualquier lugar frecuentado por cristianos?”.

En este sentido, el P. Cantalamessa destacó que “sólo en la cruz se hace manifiesto hasta dónde se abre paso esta capacidad infinita de auto-donación de Dios. ‘Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo’”.

Además, subrayó que “en el año en que la Iglesia celebra un Sínodo sobre los jóvenes y quiere ponerlos en el centro de la propia preocupación pastoral, la presencia en el Calvario del discípulo que Jesús amaba, encierra un mensaje especial. Tenemos todos los motivos para creer que Juan se adhirió a Jesús cuando todavía era bastante joven”.

“Justamente nos esforzaremos en este año por descubrir qué espera Cristo de los jóvenes, qué pueden dar a la Iglesia y a la sociedad. Lo más importante, sin embargo, es otra cosa: es hacer conocer a los jóvenes lo que Jesús tiene que aportarles”.

Por otro lado, diferenció entre el mundo que no se debe amar y el que sí se debe amar. “El mundo que no debemos amar, y al cual no debemos someternos, no es, lo sabemos, el mundo creado y amado por Dios, no son los hombres del mundo a cuyo encuentro, por el contrario, siempre debemos ir, especialmente a los pobres, a los últimos”.

“El ‘mezclarse’ con este mundo del sufrimiento y de la marginación es, paradójicamente, el mejor modo de ‘separarse’ del mundo, porque es ir allá donde el mundo evita ir con todas sus fuerzas. Es separase del principio mismo que rige el mundo, es decir, el egoísmo”.

En cambio, “el mundo que no hay que amar es otro; es el mundo tal como ha llegado a ser bajo el dominio de Satanás y del pecado, ‘el espíritu que está en el aire’ lo llama san Pablo”.

Aunque no hay consagración, sí se comulga con el Pan consagrado en la celebración del Jueves Santo. Hasta el año 1995, cuando el Papa Pío XII reformó la Semana Santa, sólo el sacerdote comulgaba el Viernes Santo. Ahora todo el pueblo fiel puede hacerlo. Se expresa así la participación de todos en la muerte salvadora de Cristo: la Iglesia recibe así el Cuerpo de Cristo entregado por la salvación de la humanidad.

En el Viernes Santo, la Iglesia recuerda el drama de la muerte de Cristo en la Cruz, una cruz que, alzada sobre el mundo, ofrece un signo de salvación y esperanza a la humanidad. En este día, la liturgia contempla la Pasión de Cristo según el Evangelio de San Juan.

En este día no se celebra la Eucaristía. Antes del comienzo de la ceremonia, los celebrantes se postran en el suelo, ante el altar. Es un símbolo de cómo la humanidad implora perdón por sus pecados. Así lo hizo el Papa Francisco, vestido de púrpura en recuerdo de la sangre de Jesús derramada en el Calvario, durante la celebración en la Basílica de San Pedro.

A continuación, el texto completo de la homilía del predicador de la Casa Pontificia:

«QUIEN LO HA VISTO DA TESTIMONIO DE ELLO»

Al llegar donde estaba Jesús, viendo que ya estaba muerto, no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados con una lanza le atravesó el costado, e inmediatamente salió sangre y agua. Quien lo ha visto da testimonio de ello y su testimonio es verdadero; él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis (Jn 19, 33-35).

Nadie podrá nunca convencernos de que esta solemne declaración no corresponda a la verdad histórica, que quien dice que estaba allí y vio, en realidad no estaba allí y no vio. En este caso se juega en ello la honestidad del autor. En el Calvario, a los pies de la cruz, estaba la Madre de Jesús y, junto a ella, «el discípulo que Jesús amaba». ¡Tenemos un testigo ocular!

Él «vio» no sólo lo que ocurría bajo la mirada de todos. A la luz del Espíritu Santo, después de la Pascua, vio también el sentido de lo que había sucedido: que en ese momento era inmolado el verdadero Cordero de Dios y se realizaba el sentido de la Pascua antigua; que Cristo en la cruz era el nuevo templo de Dios, de cuyo costado, como había predicho el profeta Ezequiel (47,1ss.), brota el agua de la vida; que el espíritu que él entrega en el momento de la muerte (Jn 19, 30) da comienzo a la nueva creación, como «el Espíritu de Dios», aleteando sobre las aguas había transformado, al principio, el caos en el cosmos. Juan, entendió el sentido recóndito de las últimas palabras de Jesús: «Todo está cumplido».

Pero, ¿por qué —nos preguntamos—, esta ilimitada concentración de significado en la cruz de Cristo? ¿Por qué esta omnipresencia del Crucificado en nuestras iglesias, en los altares y en cualquier lugar frecuentado por cristianos? Alguien ha sugerido una clave de lectura del misterio cristiano, diciendo que Dios se revela «sub contraria specie», bajo lo contrario de lo que él es en realidad: revela su potencia en la debilidad, su sabiduría en la necedad, su riqueza en la pobreza...

Esta clave de lectura no se aplica a la cruz. En la cruz Dios se revela «sub propia specie», por lo que él es, en su realidad más íntima y más verdadera. «Dios es amor», escribe Juan (1 Jn 4,10), amor oblativo, y sólo en la cruz se hace manifiesto hasta dónde se abre paso esta capacidad infinita de auto-donación de Dios. «Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13,1); «Tanto amó Dios al mundo que dio (¡a la muerte!) al Hijo unigénito» (Jn 3,16); «Me amó y entregó (¡a la muerte!) a sí mismo por mí» (Gál 2,20).

* * *

En el año en que la Iglesia celebra un Sínodo sobre los jóvenes y quiere ponerlos en el centro de la propia preocupación pastoral, la presencia en el Calvario del discípulo que Jesús amaba, encierra un mensaje especial. Tenemos todos los motivos para creer que Juan se adhirió a Jesús cuando todavía era bastante joven. Fue un auténtico enamoramiento. Todo el resto pasó de golpe a segunda línea. Fue un encuentro «personal», existencial. Si en el centro del pensamiento de Pablo está el obrar de Jesús, su misterio pascual de muerte y resurrección, en el centro del pensamiento de Juan está el ser, la persona de Jesús. De ahí todos esos «Yo soy» de resonancias eternas que salpican su Evangelio: «Yo soy el camino, la verdad y la vida», «Yo soy la luz», «Yo soy la puerta», simplemente «Yo soy».

Juan era, casi con certeza, uno de los dos discípulos del Bautista que, al comparecer en la escena de Jesús, fueron detrás de él. A su pregunta: «Rabbì, ¿dónde vives?», Jesús respondió: «Venid y veréis». «Fueron, pues, y ese día se quedaron con él; eran aproximadamente las cuatro de la tarde» (Jn 1,35-39). Esa hora decidió sobre su vida y por eso nunca la olvidó.

Justamente nos esforzaremos en este año por descubrir qué espera Cristo de los jóvenes, qué pueden dar a la Iglesia y a la sociedad. Lo más importante, sin embargo, es otra cosa: es hacer conocer a los jóvenes lo que Jesús tiene que aportarles. Juan lo descubrió estando con él: «vida en abundancia», «alegría plena».

Hagamos que en todos los discursos sobre los jóvenes y a los jóvenes resuene en el trasfondo la apremiante invitación del Santo Padre en la Evangelii gaudium: «Invito a todo cristiano, en cualquier lugar y situación que se encuentre, a renovar hoy mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de buscarlo cada día sin descanso. No hay motivo para que alguien pueda pensar que esta invitación no es para él» (EG 3). Encontrar personalmente a Cristo también es posible hoy porque él está resucitado; es una persona viva, no un personaje. Todo es posible después de este encuentro personal; nada cambiará realmente en la vida sin él.

* * *

Además del ejemplo de su vida, el evangelista Juan dejó también un mensaje escrito a los jóvenes. En su Primera Carta leemos estas conmovedoras palabras de un anciano a los jóvenes de sus Iglesias:

«Os escribo a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno. ¡No améis el mundo, ni las cosas del mundo!» (1 Jn 2,14-15)

El mundo que no debemos amar, y al cual no debemos someternos, no es, lo sabemos, el mundo creado y amado por Dios, no son los hombres del mundo a cuyo encuentro, por el contrario, siempre debemos ir, especialmente a los pobres, a los últimos. El «mezclarse» con este mundo del sufrimiento y de la marginación es, paradójicamente, el mejor modo de «separarse» del mundo, porque es ir allá donde el mundo evita ir con todas sus fuerzas. Es separase del principio mismo que rige el mundo, es decir, el egoísmo.

No, el mundo que no hay que amar es otro; es el mundo tal como ha llegado a ser bajo el dominio de Satanás y del pecado, «el espíritu que está en el aire» lo llama san Pablo (Ef 2,1-2). Un papel decisivo desempeña en él la opinión pública, hoy también literalmente espíritu «que está en el aire» porque se difunde por el aire a través de las infinitas posibilidades de la técnica. «Se determina un espíritu de gran intensidad histórica, al que el individuo difícilmente se puede sustraer. Nos atenemos al espíritu general, lo consideramos evidente. Actuar o pensar o decir algo contra él es considerado cosa absurda o incluso una injusticia o un delito. Entonces no se osa ya situarse frente a las cosas y a la situación, y sobre todo a la vida, de manera diferente a como las presenta».

Es lo que llamamos adaptación al espíritu de los tiempos, conformismo. Un gran poeta creyente del siglo pasado, T.S. Eliot, escribió tres versos que dicen más que libros enteros: «En un mundo de fugitivos, la persona que toma la dirección opuesta parecerá un desertor».

Queridos jóvenes cristianos, si se le permite a un anciano como Juan dirigirse directamente a vosotros, os exhorto: ¡Sed de los que toman la dirección opuesta! ¡Tened la valentía de ir contra corriente! La dirección opuesta, para nosotros, no es un lugar, es una persona, es Jesús nuestro amigo y redentor.

Se os confía particularmente una tarea a vosotros: salvar el amor humano de la deriva trágica en la que ha terminado: el amor que ya no es don de sí, sino sólo posesión —a menudo violenta y tiránica— del otro. En la cruz Dios se reveló como ágape, amor que se dona. Pero el ágape nunca está separado del eros, del amor de búsqueda, del deseo y de la alegría de ser amado. Dios no nos hace sólo la «caridad» de amarnos: nos desea; en toda la Biblia se revela como esposo enamorado y celoso. También el suyo es un amor «erótico», en el sentido noble de este término. Es lo que explicó Benedicto XVI en la encíclica «Deus caritas est».

«Eros y agapé —amor ascendente y amor descendente— nunca llegan a separarse completamente [...]. La fe bíblica no construye un mundo paralelo o contrapuesto al fenómeno humano originario del amor, sino que asume a todo el hombre, interviniendo en su búsqueda de amor para purificarla, abriéndole al mismo tiempo nuevas dimensiones» (nn.7-8).

No se trata, pues, de renunciar a las alegrías del amor, a la atracción y al eros, sino de saber unir al eros el ágape, al deseo del otro, la capacidad de darse al otro, recordando lo que san Pablo refiere como un dicho de Jesús: «Hay más alegría en dar que en recibir» (Hch 20,35).

Es una capacidad que no se forja en un día. Es necesario prepararse para donarse totalmente uno mismo a otra criatura en el matrimonio, o a Dios en la vida consagrada, empezando por donar el propio tiempo, la sonrisa y la propia juventud en la familia, en la parroquia, en el voluntariado. Lo que muchos de vosotros silenciosamente hacéis.

Jesús en la cruz no sólo nos ha dado el ejemplo de un amor de donación llevado hasta el extremo; nos ha merecido la gracia de poderlo ejercitar, en pequeña parte, en nuestra vida. El agua y la sangre que brotaron de su costado llegan a nosotros hoy en los sacramentos de la Iglesia, en la Palabra, aunque sólo mirando con fe al Crucificado. Juan vio proféticamente una última cosa bajo la cruz: hombres y mujeres de todo tiempo y de cada lugar que miraban a «quien fue traspasado» y lloraba de arrepentimiento y de consuelo (cf. Jn 19, 37; Zac 12,10). A ellos nos unimos también nosotros en los gestos litúrgicos que seguirán dentro de poco.

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El Arzobispo de Caracas, Cardenal Jorge Urosa, deploró la muerte de 68 personas, 66 presos y 2 mujeres visitantes, durante un incendio en los calabozos de la Comandancia General de Policarabobo, en Valencia.

En diálogo con la prensa tras la Misa Crismal en la Catedral de Caracas el 29 de marzo, Jueves Santo, el Cardenal Urosa dijo que “es una verdadera tragedia lo ocurrido” y señaló que “yo lamento y deploro en el alma la muerte de los venezolanos”.

Un motín de los reos al interior de la cárcel de la policía de Carabobo habría originado el incendio, la mañana del 28 de marzo.

De acuerdo a Tarek William Saab, Fiscal General designado por la Asamblea Constituyente de Venezuela, “indagaciones preliminares” apuntan a que fallecieron “66 hombres y dos mujeres que se encontraban en calidad de visitantes (pernocta)”.

Saab aseguró que el Ministerio Público venezolano “garantiza que profundizaremos las investigaciones para esclarecer de forma inmediata estos dolorosos acontecimientos que ha enlutado a decenas de familias venezolanas, así como establecer las responsabilidades a que haya lugar”.

Familiares de los fallecidos negaron la versión oficial y aseguraron que las autoridades asesinaron a los reos.

“Ahí lo que hubo fue una masacre, los quemaron con gasolina, les echaron plomo como que si son unos perros. Aquí nunca se entera uno de nada”, dijo entre lágrimas Carmen Valera a la prensa local, reiterando que en el gobierno venezolano “todo lo ocultan”.

El Cardenal Urosa dijo a la prensa que la muerte de las 68 personas en la cárcel policial “refleja el mal estado del sistema penitenciario de Venezuela”.

“No hay derecho a que haya en Policarabobo –y yo conozco esa dependencia porque fui arzobispo de Valencia– esa cantidad de presos fallecidos. Debería haber más y mejores cárceles en Venezuela”.

“Es algo que tiene pendiente el Gobierno con el pueblo venezolano y con esos hermanos nuestros que por algún motivo hayan delinquido o estén, a lo mejor, falsamente acusados y hayan sido víctimas del mal estado de las cárceles venezolanas”, señaló.

El Cardenal también se refirió a las “ollas comunitarias” implementadas por la Iglesia en Venezuela, y señaló que “es un llamado a manifestar nuestra solidaridad con los más pobres”.

“Pero al mismo tiempo nos recuerda también la necesidad de que se mejore la producción agrícola, se contengan los precios, haya importación y alimentos a bajo precios para todos los venezolanos”.

“La ‘olla comunitaria’ es un paliativo, un remedio pequeño para un problema bien grave como es la carestía y la escasez de alimentos e insumos médicos”, señaló.

El Cardenal pidió además oraciones para que Dios le conceda a Caracas un “buen nuevo Arzobispo”, pues él cumplió 75 años el 28 de agosto de 2017, la edad reglamentaria para que un obispo presente su renuncia, de acuerdo al Código de Derecho Canónico.

“Actualmente está en proceso la consulta para nombrar al nuevo Arzobispo”, dijo a la prensa.

“Oremos para que el Señor nos conceda un ‘buen nuevo Arzobispo’ para Caracas, que sea un buen pastor para esta feligresía que tiene tanta necesidad el Evangelio y que tiene tantos problemas por resolver”, expresó.

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Mons. José Antonio Eguren Anselmi, Arzobispo Metropolitano de Piura, al norte de Perú, lavó los pies de 12 migrantes venezolanos, entre varones y mujeres, durante la Misa de la Cena del Señor, en Jueves Santo.

Mons. Eguren Anselmi explicó en su homilía que con este gesto “quiero expresar lo que nos pide el Papa Francisco: a que no tengamos miedo al extranjero, sino más bien crear una sociedad donde nadie lo sea”.

El Arzobispo alentó a los fieles a saber acoger a los migrantes, “y ayudarlos con amor y solicitud”.

“Roguemos insistentemente a Nuestra Señora de Coromoto, patrona de Venezuela, para que en estos momentos mantenga viva la esperanza en ese pueblo hermano, y que el Señor Resucitado los libere de todo temor, así como de los males de la violencia, el autoritarismo, la hambruna, y la persecución”.

Mons. José Antonio Eguren Anselmi lava los pies a migrantes venezolanos. Foto: Arzobispado de Piura.

La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, ha estimado en más de un millón y medio de desplazados venezolanos, y ha calculado en 2000% el aumento de pedidos de asilo desde 2014.

El país más impactado por la migración masiva que escapa de la crisis económica y social de Venezuela, bajo el gobierno de Nicolás Maduro, ha sido Colombia. De acuerdo a cifras del gobierno, hasta enero de 2018 había más de 550 mil venezolanos viviendo en el país, con más de 3 mil ingresando cada día.

Entre otros países y regiones afectadas por la ola migratoria se encuentran Brasil, Ecuador, Perú y el sur del Caribe.

Para ACNUR, se necesita un presupuesto mínimo de 46 millones de dólares para atender la crisis migratoria.

Entre enero y febrero de 2018 entraron a Perú alrededor de 40 mil venezolanos en busca de asilo.

En la Misa de Jueves Santo, el Arzobispo de Piura expresó su deseo de que “por medio del diálogo, el respeto a la vida y a los derechos fundamentales de todos los venezolanos, se encuentren caminos de libertad, reconciliación y unidad para esta querida nación”.

Concluida la Misa, Mons. Eguren Anselmi, gracias a Cáritas Piura, entregó a los migrantes venezolanos una donación de víveres y productos de primera necesidad.

Mons. José Antonio Eguren Anselmi junto a migrantes venezolanos. Foto: Arzobispado de Piura.

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