Celebran en Roma Misa por Madre Angélica y recuerdan su impresionante legado

A dos años de la muerte de la Madre Angélica, fundadora de Eternal Word Television Network (EWTN), la cadena de televisión católica más grande del mundo, Roma ha querido recordarla con una Misa en la Capilla del Coro de la Basílica de San Pedro.

La celebración estuvo presidida por el Cardenal Edwin O’Brien, Pro-Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro.? A la celebración acudieron diversos invitados y los empleados de la oficina de Roma de EWTN y el Grupo ACI.

En la homilía, el Purpurado habló de la predicación y subrayó que “cuando hablamos de los millones que escuchan” la Palabra de Dios, viene a la mente Rita Antoinette Rizzo -nombre de bautizo de la Madre Angélica-, que nació en Canton, Ohio (Estados Unidos).

“Una contemplativa del mundo, una trabajadora discapacitada, una voz carismática poco sofisticada pero muy inteligente que aún toca los corazones de millones de personas alrededor del mundo”, afirmó.

“Seguramente –añadió– la Madre María Angélica fue una elección inesperada para permitir que la Palabra de Dios llegue hasta los confines de la tierra”.

El Cardenal recordó que “hace algunos años, la revista Time la llamó ‘una superestrella improbable de las transmisiones religiosas y posiblemente la mujer católica romana más influyente de América’”.

En ese sentido, recordó los orígenes de EWTN. “Comenzó con 200 dólares en 1981 y la Eternal World Television Network, ahora transmite a más de 261 millones de hogares en 150 países, empleando a 400 trabajadores laicos”.

Eso “sin mencionar la fundación de la Madre a lo largo del camino de las comunidades de hombres y mujeres religiosas, dos santuarios del Santísimo Sacramento visitados anualmente por decenas de miles de peregrinos, incluso en el corazón del Bautista del Sur”.

Pero todo esto nunca lo consideró obra suya, sino que ella misma aseguraba: “Esta red no me pertenece. Le pertenece a Dios”, recordó el Cardenal.

“Todos sus momentos vivientes transcurrieron en un escrupuloso discernimiento de la voluntad de Dios en su vida: una vida activa de contemplación guiada por la Eucaristía y esa Biblia bien gastada que siempre aferraba en sus brazos”.

Por otro lado, el Cardenal O’Brien habló de cómo “a lo largo de su vida, la Madre sufrió mucho, físicamente, con seguridad, pero también lo que ella llamó sufrimiento interior, una cruz a veces mayor”.

“Ella una vez admitió: ‘Señor, había personas en mi camino que desencadenaban debilidades dolorosas en mi alma, debilidades que no quería ver... Dale a aquellos que he ofendido muchas gracias; hazlos santos. Bendice a aquellos que me han ofendido y perdónalos”.

Sin embargo, de todas las pruebas que experimentó, fueron “una serie de golpes graves” los que “la dejaron físicamente incapacitada durante los últimos 15 años de su vida y, más frustrante para ella como gran comunicadora, sin palabras”.

“Como nunca antes, entonces se dio cuenta de la vida de una verdadera contemplativa”, destacó.

“¿Podemos dudar de que Jesús abandonase a esta fiel sierva suya sin fuertes gracias de perseverancia y comprensión de la Cruz de su sufrimiento y muerte por el bien del mundo? Solo podemos imaginar las gracias que esos años de sufrimiento silencioso han ganado para la difusión de la palabra eterna, incluso mientras hablamos”, concluyó.

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