Hoy es Cuarto Domingo de Pascua

REDACCIÓN CENTRAL, 22 Abr. 18 (ACI Prensa).- Este 22 de abril la Iglesia celebra el cuarto domingo de Pascua. El Evangelio del día corresponde a la lectura de Juan 11, 11-18, pasaje en el que Jesús señala: “Yo soy el Buen Pastor”.

A continuación puede leer el Evangelio y la homilía del Obispo de Santa María de los Ángeles (Chile), Mons. Felipe Bacarreza Rodríguez:

Evangelio del día (Juan 10, 11-18)

11 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.
12 Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa,
13 porque es asalariado y no le importan nada las ovejas.
14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí,
15 como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.
16 También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor.
17 Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo.
18 Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.»

Puede revisar las otras lecturas litúrgicas del día AQUÍ

Homilía de Mons. Bacarreza:

“Yo soy el buen pastor”. Esta conocida afirmación de Jesús acerca de su identidad está repetida dos veces en el Evangelio de hoy. Esta circunstancia da su nombre a este IV Domingo de Pascua: Domingo del Buen Pastor. Así se llama en los tres ciclos de lecturas, porque en cada uno de ellos se leen partes del discurso de Jn 10 en que Jesús desarrolla la alegoría del buen pastor. Como es sabido, desde hace 40 años este domingo se destina a orar en todo el mundo por el aumento de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Hoy día se celebra la XL Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. El Mensaje que el Santo Padre dirigió a toda la Iglesia en este día tiene el tema: “He aquí a mi siervo, a quien elegí; mi amado, en quien se complace mi alma” (Mt 12,18; cf. Is 42,1).

“Esta es la orden que he recibido de mi Padre”. Con estas palabras concluye el Evangelio de hoy. Nos preguntamos: ¿Cuál es esa “orden”? En realidad, la palabra griega que está en el original es “entolé” y su traducción más literal es “mandamiento”. Con el cumplimiento de este mandamiento demuestra Jesús su amor al Padre, como lo dice a sus discípulos en la víspera de su pasión: “Ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el mandamiento que el Padre me dio” (Jn 14,31). Si damos una mirada de conjunto a toda la vida de Jesús y queremos resumirla en una sola palabra no debemos esforzarnos mucho, pues ese resumen ya está hecho por el mismo Jesús. En efecto, nuestra mirada se focaliza en la escena final de su vida y en su última palabra: “Jesús dijo: ‘Cumplido’. E inclinando la cabeza entregó el espíritu” (Jn 19,30). La palabra “cumplido” suena en el original griego: “tetélestai” y tiene asonancia con la palabra “entolé” (mandamiento). Lo que Jesús quiere decir con esa última palabra que resume toda su vida es que el mandamiento de su Padre está “cumplido”. Puesto a hacer ese resumen de la vida de Jesús, San Pablo dirá: “Tomó la condición de siervo... y se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz” (Fil 2,7.8).

Para leer la homilía completa puede ingresar AQUÍ

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