El muro entre Estados Unidos y México es una cicatriz sobre la tierra, asegura obispo

El Obispo de El Paso (Estados Unidos), Mons. Mark Seitz, calificó el muro que divide la frontera con México como “una gran cicatriz en nuestra tierra”, y aseguró que “el desierto habla” sobre la sangre de los migrantes que murieron en su intento por cruzarlo.

En el marco del Servicio Interreligioso de Justicia y Misericordia en la Frontera, en el que participaron los obispos de las diócesis fronterizas de Estados Unidos y México, Mons. Seitz advirtió que “depende en la narrativa” que aceptemos, que puede ser “falsa o verdadera”, el muro podría ser para algunos una barrera “bonita”, que “va a protegernos, va a impedir la armada que está llegando”.

Sin embargo, precisó, “si entendemos que los que están buscando pasar son en verdad gente que están huyendo para escapar de la violencia de su país, el desorden, el caos, que están experimentando ellos y sus familias”, veremos “este muro como una gran cicatriz en nuestra tierra, dividiéndonos de nuestra familia y de nuestra unidad”.

“Somos en verdad dos comunidades con mucho en común, dos comunidades que han vivido juntas por años aquí”, aseguró el Prelado, y destacó que “esta región era un camino de paso para el paso libre de personas y cosas e ideas”.

El muro fronterizo entre Estados Unidos comenzó a construirse en 1994, durante el primer gobierno de Bill Clinton. El cerco actual cubre poco más de mil kilómetros, casi una tercera parte de su frontera continental con México.

El servicio interreligioso se realizó en el marco del encuentro entre los obispos de las zonas fronterizas de ambos países, llevado a cabo del 24 al 27 de febrero en El Paso, estado de Texas.

A mediados de febrero el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró en emergencia nacional la frontera sur, en un nuevo intento para cumplir su promesa electoral de construir un muro más eficaz en el límite con México, luego que el Congreso decidió darle una cantidad menor a la que solicitó para construirlo.

Durante el encuentro, los obispos reflexionaron sobre cómo responder y atender a los migrantes, frente a las políticas de Estados Unidos.

Mons. Seitz aseguró en su mensaje que “habla la tierra, el desierto habla, porque sobre esta tierra ha caído la sangre de muchos que están tratando de pasar para encontrar una vida digna”.

“Y como en el pasado, podemos escuchar el grito de la tierra, diciendo que nuestras políticas tienen consecuencias”, señaló.

Además, dijo que para los creyentes “habla aún más, habla acerca de nuestra esperanza, que los huesos que han caído sobre la tierra van a ser reconstituidos” por Dios.

Pocos días antes del encuentro con sus pares estadounidenses, los obispos mexicanos reiteraron en un comunicado su compromiso de “impulsar y coordinar mejor el trabajo” episcopal sobre la migración, así como fortalecer los vínculos con las casas y albergues que tiene la Iglesia en el país.

Además, ofrecieron “desarrollar trabajos de formación y sensibilización”, y “desarrollar más a fondo” la prevención de la trata de personas.

Al finalizar su mensaje, el Obispo de El Paso alentó a los obispos, miembros de otras religiones y fieles católicos presentes a “rezar juntos, hermanos, para que el Señor pueda decirnos y darnos la fuerza para trabajar” en favor de los migrantes.

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